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Los expertos reclaman proteger la arquitectura asturiana moderna

Historiadores y arquitectos reivindican la importancia de la exposición del Museo de Bellas Artes para poner en valor un patrimonio singular

Los antiguos Juzgados de Prendes Pando en Gijón, obra de Pedro Cabello Maíz diseñada como albergue infantil y edificada en 1959. JUAN PLAZA

Fueron los arquitectos que reubicaron a Asturias en la senda de la modernidad, pero sus obras se pierden irremediablemente, huérfanas de protección o, siquiera, de reconocimiento. En las décadas de 1950 y 1960, un grupo de creadores asturianos se liberó de las imposiciones historicistas del régimen de Franco y recuperó las formas de la arquitectura moderna, que había florecido en los años previos a la Guerra Civil. Ahora, el Museo de Bellas Artes reivindica la obra de estos profesionales con la exposición "Una edad de oro: arquitectura en Asturias 1950-1965". Una muestra que pone de relieve la importancia y el valor artístico de unos edificios que, en su mayor parte, no gozan de protección alguna.

"Es algo llamativo: quitando alguna extraña excepción, en general estos edificios no tienen ninguna protección. Y es un asunto que está dando ya bastantes resultados negativos", explica el arquitecto Fernando Nanclares, que comisaría la muestra del Bellas Artes junto a Manuel Lombardero y que es también coautor, junto a Nieves Ruiz, de un estudio pionero en la reivindicación de esta etapa de la arquitectura asturiana: "Lo moderno de lo nuevo. Arquitectura en Asturias 1950-1965".

El también arquitecto José Ramón Puerto, que prepara una tesis sobre José Gómez del Collado, incide en el peligro de que no se cataloguen estos inmuebles: "Es un problema, porque ya han desaparecido obras de interés de arquitectos tan reconocidos como Ignacio Álvarez Castelao, al no tener ningún tipo de protección. Pero hay que tener en cuenta que hablamos de obras muy cercanas en el tiempo, de hace cincuenta años o incluso menos, y es muy difícil llevarlas al grado de protección que merecerían tener. Esa es la paradoja de la arquitectura moderna, que además es muy frágil porque con nada que le hagas puedes modificarla totalmente, que es algo que no pasa con edificios de más antigüedad".

Esa paradoja a la que alude Puerto se explica por la falta de la perspectiva necesaria para apreciar plenamente el valor de estos edificios. "Lógicamente, en el aprecio de la arquitectura, como en el del resto del patrimonio histórico artístico, se efectúa con un desfase temporal. Y son los estudios históricos los que marcan ese aprecio", explica Vidal de la Madrid, profesor titular de Historia del Arte, acreditado a catedrático, de la Universidad de Oviedo. "Creo que, con esa perspectiva que ahora tenemos, se confirma que en esta época hubo aportaciones relevantes, y no sólo de arquitectos como Vaquero Palacios o Castelao, que siempre tuvieron aprecio, también de otros como Vallaure o los Somolinos que quizás habían quedado aletargados", añade.

Los estudios científicos y la difusión que propicia una exposición como la del Bellas Artes marcan hitos importantes en el aprecio de esta arquitectura, aunque el paso decisivo para garantizar su conservación es su incorporación a catálogos urbanísticos. "Con un estudio como el de Nanclares y Ruiz, y ahora con esta exposición, ya se está otorgando un marchamo de calidad a estos edificios. Y hay otro importante, como es la incorporación de algunos edificios a los registros de la fundación Docomomo Ibérico, que documenta el patrimonio del movimiento moderno", explica el arquitecto Antón Capitel.

En los registros del Docomomo figuran más de cuarenta edificaciones asturianas del período 1950-1965, un volumen aún pequeño para los elementos que se conservan. "El colegio de Arquitectos está trabajando para incrementar los registros", señala Capitel, que no obstante precisa que la del Docomomo no es una protección efectiva. "Muchos de estos edificios podrían gozar de una declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), que es la máxima figura de protección, pero es complicado, porque implica un compromiso de la administración para mantenerlos. Lo más efectivo, de hecho, es protegerlos a través de los planes generales de ordenación de las ciudades, que no implica que estos edificios sean intocables, pero ya les otorga un grado de protección importante", reflexiona Capitel.

"Tenemos que proteger estas obras, porque son de una calidad excepcional y proponen un camino nuevo, distinto al trillado por el hitoricismo, por la arquitectura de la autarquía, que había sepultado la primera modernidad de los años treinta, que estaba imbricada en resto Europa", sostiene Vidal de la Madrid, quien añade que este es el momento de aplicar políticas efectivas para proteger esta arquitectura: "En ocasiones no llegamos a tiempo de conservar nuestro patrimonio. Pero afortunadamente no es el caso con estos autores, de los que ha llegado a nuestros días una nutrida presentación de sus obras y podemos contemplar con admiración sus aportaciones y comprobar como, en la mayor parte de las ciudades asturianas, estos edificios son la imagen de la modernidad".

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