La Consejería de Educación y Cultura, a través del departamento de Personal Docente, ofreció tres semanas atrás a Aarón Zapico incorporarse a la plantilla del Conservatorio Superior de Música de Oviedo para cubrir la vacante de profesor de clave. El director de orquesta, músico con prestigio nacional e internacional, se mostró interesado y solicitó la plaza tal y como le había pedido la administración, registrando al tiempo una solicitud de compatibilidad. Pero la propia administración, la misma que le había contactado, le niega esa compatibilidad y le exige romper sus compromisos previos para dar cuatro conciertos, dos de ellos en el Festival Internacional de la Primavera de Praga, para poder volver a dar clase en el Conservatorio.

El propio músico denuncia esta situación en una carta abierta al Consejero de Educación y Cultura, Genaro Alonso, que difunde a través de la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA. Una misiva en la que Zapico describe los estragos que, para los músicos y para el tejido cultural de la región, está provocando la rigurosa aplicación de la Ley de incompatibilidades por parte del Principado, y en la que suscribe la pregunta que días atrás planteaba días atrás, también en este periódico, el Historiador del Arte Lorenzo Arias al denunciar las carencias en la protección y rehabilitación del Prerrománico Asturiano: "¿para qué queremos esta Consejería?".

La problemática de la rigurosa aplicación de la Ley 53/1984, de incompatibilidades del personal al servicio de la administración pública, se prolonga desde hace ya cuatro años, y son muchos los músicos que vinculan el rigor de la administración con el estallido del "caso Marea", la trama corrupta descubierta en el seno de la Consejería de Educación y Cultura. Un rigor que el propio Zapico ya sufrió en sus carnes en 2013.

"Hace cuatro años tuve que abandonar mi plaza en el conservatorio porque media hora de permanencia en el mismo coincidía con un concierto y no se me permitió poder cambiar el horario con su correspondiente recuperación. Trabajaba en el Conservatorio Superior del Principado de Asturias y en el concierto tenía que dirigir a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias en su tradicional Mesías navideño de la Catedral de Oviedo. Es decir, lo máximo (al menos sobre el papel) a lo que puede aspirar un músico nacido y formado en Asturias. Tuve que elegir entre trabajar en el conservatorio o poder dirigir el concierto. Evidentemente, elegí lo segundo", afirma Zapico, en la carta abierta al consejero.

El director de orquesta no fue el único damnificado por esta aplicación del texto legal, que no se aplica con este rigor en ninguna otra comunidad autónoma: desde su salida, el conservatorio no ha tenido un profesor estable de clave. Una especialidad en la que, según precisa Zapico, llevan sin docente desde principios de curso.

"Esta aplicación de la ley tan estricta y sin sentido está provocando que nuestros conservatorios, sobre todo el Superior, se queden atrás en la carrera por conseguir alumnos. Una carrera cada vez más competitiva por la abundancia de centros y porque en la mayoría de los de la competencia sus profesores sí pueden compatibilizar su actividad. Si nuestros profesores no desarrollan una vida artística más allá del centro es difícil que sean conocidos por el aspirante a ingresar en una enseñanza superior. Es prácticamente imposible que cuenten entre sus planes de estudio", sostiene el director de orquesta.

Zapico afea además al consejero sus reticencias a reunirse con los músicos, y su actitud hacia el sector y sus demandas, apreciando además una "nula voluntad" de solucionar el conflicto por parte de la administración.

"En estos años hemos asistido a un carrusel de argumentos del todo bochornosos defendiendo su aplicación de la ley de incompatibilidad. Se nos ha acusado de querer ganar 2 sueldos, de querer vivir bien (sic) o de utilizar los conciertos para ir de vacaciones. Así de crudas fueron las justificaciones ante la defensa de una compatibilidad, vuelvo a repetirlo, reglada, sana y racional", afirma Zapico, quien reivindica que "si algo caracteriza a la inmensa mayoría de profesores de nuestros conservatorios y escuelas de música no es su afán en recortar su horario lectivo o sus ganas de vacaciones, es su preparación y su profunda generosidad con el alumno. Es un colectivo del que hay que sentirse orgulloso".

Lea la carta íntegra en

www.lne.es, la edición digital

de LA NUEVA ESPAÑA