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Regreso al futuro

Tome esta píldora y deje ya de correr

El Instituto Salk de EE UU trata de desarrollar una pastilla que replica los beneficios del ejercicio físico

Un grupo de corredores.

La ciencia puede estar a punto de hacer una aportación trascendental a la lucha por la liberación de los pueblos. La química llega en auxilio de quienes quieran dar esquinazo al destino ineludible de todo ciudadano del siglo XXI: convertirse en "runner". Gracias a la química, algunos podremos terminar nuestras vidas apaciblemente, acaso infartando en la mecedora, pero sin necesidad de ir perdiendo el resuello y la vida por ahí, dibujando estelas arcoiris con mallas de color. En el Instituto Salk de San Diego (EE UU), una referencia mundial en el mundo de la biotecnología, están investigando para crear la "píldora del ejercicio". Como lo oyen: te tragas una pastilla y ya corriste.

El diario británico "The Guardian" da cuenta del trabajo que está el equipo del doctor Ronald Evans. El inicio de este viaje científico que aún no ha concluido fue explorar cómo se traducía a nivel molecular la resistencia de los organismos al ejercicio. Esto les llevó a una sustancia experimental ya conocida, un fármaco llamado GW501516 que mejoraba la resistencia y permitía quemar grasa más rápido. Lo probaron con ratones. Durante ocho semanas les dieron la "píldora del ejercicio" y comprobaron que podían correr en una cinta 270 minutos antes de agotarse. Los ratones que no iban dopados se agotaban a los 160 minutos. Los científicos del Instituto Salk constataron que los ratones también ganaban menos peso y mejoraban sus niveles de azúcar en sangre. Entonces Evans se preguntó: "Si realmente llegamos a conocer el mecanismo molecular, ¿podremos llegar a reemplazar el entrenamiento con un fármaco?" Un fármaco que, por ejemplo, sirva como sustituto del deporte para personas que no pueden hacerlo a causa de la obesidad o por sus graves discapacidades físicas.

Pero hay un lado oscuro. Siempre. El compuesto sobre el que trabajan los investigadores del Salt Institute fue desarrollado en los años 90 por una compañía que ahora es propiedad de GlaxoSmithKline. Originalmente estaba destinado a tratar enfermedades cardiovasculares, pero se renunció a su uso comercial por su potencial cancerígeno. Al hilo de su descubrimiento se desarrolló un mercado negro en torno a ese fármaco -ahora prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje- que afloró en los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. Esta utilización ilegal en el pasado ya avisa de que cualquier píldora del ejercicio que desarrollen los científicos "podría ser utilizada de forma abusiva no sólo por los atletas, sino también por los entrenadores de caballos", declaró Ali Tavassoli, profesor de biología química de la Universidad de Southampton a "The Guardian", un diario que también cita el testimonio de Louise Mackenzie, farmacóloga de la Universidad de Hertfordshire, en el Reino Unido, que estudió este compuesto, quien advierte de los efectos secundarios del GW501516 en dosis altas.

Lástima. Al final, hacerse "runner" hasta puede resultar lo más saludable.

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