César Bona (Zaragoza, 1972) debuta este año como miembro del jurado de los premios "Princesa de Asturias". Forma parte del grupo de expertos que este martes por la mañana ha comenzado a deliberar sobre las 28 candidaturas de 12 nacionalidades al galardón de Comunicación y Humanidades. Bona es maestro y saló a la fama cuando se convirtió en finalista del Global Teacher Prize, considerado el "Nobel" de los docentes. Considera "un honor" formar parte de los galardones de la Fundación Princesa de Asturias. Su libro "Las escuelas que cambian el mundo" es ya una referencia en la innovación educativa. Sus charlas generan colas de asistencia.

-Maestro, en el ámbito educativo parecía una palabra desprestigiada. Usted se reivindica como maestro.

-Maestro es alguien que te inspira para la vida. Todo el mundo recuerda un maestro, para bien o para mal. Tenemos que hacer todo lo posible para que la gente recuerde un maestro por todo lo que te ha invitado a ser. La palabra "maestro" y "escuela" son de las más bonitas que puede haber. Una definición de escuela es el lugar donde podemos ayudar a las familias a educar a sus hijos.

-¿Cuánto está cambiando la tecnología la forma de enseñar, la vida en las aulas?

-La tecnología forma parte de nuestra vida y tiene que estar dentro de las aulas, tanto la tecnología en sí misma como educar en el uso responsable de la misma. Eso me parece importantísimo. Vas por la acera y es raro si no tienes que esquivar a un adulto con el móvil, por ejemplo. Por eso sólo podemos pedir a los chicos y chicas aquello que nosotros podemos dar como padres y como docentes.

-¿Hay que prohibir los móviles en las aulas?

-Yo no voy a ser tan tajante al respecto. La tecnología puede ser positiva y, si tiene un uso negativo, obviamente hay que mirar qué podemos hacer para mejorar. Pero no podemos cerrar los ojos a la tecnología ni a educar en su uso responsable.

-¿Hay suficiente alfabetización digital? Muchos padres ni tienen ni idea de qué están haciendo sus hijos en sus grupos de WhatsApp?

-¿Y qué hacen los padres y madres y los docentes también con los whatsapps? La suerte que yo tengo con los niños y niñas es que les pido que sean conscientes de que cada palabra que digan, cada gesto que hagan, va a influir en las personas que tienen alrededor. Hay que hacer todo lo posible para que esa influencia sea positiva. Da igual que sea con o sin tecnología.

-Pacto de la educación. ¿Cuándo llegará?

- Si finalmente se reúnen tendrían que saber hasta dónde tenemos que educar. No podemos educar entes individuales, somos seres sociales. Hay que dar a las escuelas herramientas sociales y, en ese sentido, cuando se reúnan, los partidos tienen que saber que no se representan sólo a sí mismos, ni a su partido, que la decisión que tomen va a influir en toda la sociedad y muchas veces las ideologías acortan la visión. La educación es, sin duda, la inversión más segura que podemos hacer.

-¿Ser maestro es una profesión desprestigiada?

No lo veo así. Sí es verdad que muchas veces nos cuesta valorar lo que tenemos cerca y toda la sociedad debe empezar a valorar las cosas que ese están haciendo, que son muchas. Cada día sale una noticia de un centro educativo que está haciendo algo interesante y que tiene unos resultados académicos y sociales. Ahí es donde tenemos que empezar. Y recordar que no podemos seguir educando a nuestros alumnos, o a nuestros hijos, como nosotros fuimos educados porque todo evoluciona.

-¿Hay que elevar la nota media de acceso a Magisterio para que captar a los mejores?

-No sólo es cuestión de nota. Es muy importante que entren los mejores, pero los mejores en todos los sentidos, también socialmente. El compromiso social debería de estar en todas las aulas. Un maestro o una maestra debería de tener ese compromiso social para animar a los chicos y chicas a mirar por la ventana y que intenten mejorar el mundo en el que viven.

-¿Hay más diferencia entre padres e hijos de hoy que hace veinte años?

-El avance tecnológico está ahí. Ha habido un cambio exponencial. Por eso tenemos que plantear qué cosas queremos cambiar cuanto antes en la educación. El tiempo pasa rápido y seguiremos estancados cuando todo evoluciona. Pero hay cosas que se hacían hace 40 años que funcionaban y que funcionarán. Por ejemplo escuchar los chicos y chicas o invitarles a participar.

-¿Por qué quedó usted finalista del Global Theache Prize, qué tiene usted que no tengan otros?

-Hay muchos compañeros que tienen lo que tengo yo y muchas otras cosas más. He visitado muchos centros de compañeros y he aprendido más ahora que en años. Yo, como otros compañeros tengo que invito a mirar la sociedad y a mejorarla. Esa es clave.