Admirado Rabinovich:

Acaba de llamarme un compañero, sabedor de mi devoción, para anunciarme que Les Luthiershabéis sido galardonados con el premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades. Y tras el alegrón primero, mi siguiente pensamiento fue para ti: qué gran discurso podrías improvisar en el Teatro Campoamor, ante los Reyes, con el resto de tus compañeros, ellos presentes, tú también allá donde te encuentres, seguro que en el cielo de los artistas si existiese.

Podrá sorprender que un premio tan relevante sea concedido a un grupo de humor. Quienes así lo piensen se equivocan. Les Luthiers, en sus cincuenta años de trayectoria, muestran en sus espectáculos todas las artes escénicas: la música, la palabra, la interpretación, el ingenio..., y todo aderezado con el gran humor blanco y limpio, pero no por ello menos crítico y libre.

Seguro que Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés, Jorge Maronna y Marcos Mundstock, tus compañeros de Les Luthiers, ya te habrán dado la noticia. Y pensarán con melancolía que te echarán de menos, más aún, como acaba de decir Mundstock desde Buenos Aires. Ellos, junto a las nuevas incorporaciones del grupo -Horacio "Tato" Turano y Martín O´Connor, quienes ingresaron para cubrir tu ausencia- nos seguirán sorprendiendo, alegrando y haciéndonos pensar en este mundo convulso.

Querido Rabinovich, tengo la certeza de que ya os habréis apresurado a encargarle a vuestro compositor de cabecera, Johann Sebastian Mastropiero, una pieza para representarla en el escenario del Campoamor, en Oviedo, cuando se os entregue el premio. Será delirante, sorprendente y punzante, como todas las vuestras y convencerá a los escépticos de las merecidas razones por las que habéis sido reconocidos.

Imagino que podría empezar por uno de esos monólogos desternillantes tuyos en los que te lías con las palabras, te equivocas con las pronunciaciones y buscas doble sentido a las frases. Después podría convertirse en uno de los magníficos diálogos con Marcos Mundstock llenos de complicidades, para que comenzaran a sonar las primeras notas del piano de Carlos Núñez Cortés, la guitarra de Jorge Maronna y Carlos López Puccio llevase al escenario alguno de los imposibles instrumentos musicales que construís como verdaderos luthiers. Sería memorable, como siempre.

Quién os iba a decir, querido Rabinovich, que Les Luthiers llegaríais a ser principescos.