Si hubiese que describir con un adjetivo la nueva producción de "Don Gil de Alcalá" que ayer pudo verse en el teatro Campoamor, ese adjetivo sería "luminosa". Así fue el montaje ideado por Emilio Sagi para esta ópera cómica con música y libreto de Manuel Penella, en la que abundan los blancos y dorados, con lámparas que caen del techo, y un decorado sobrio que varía mínimamente pero que aun así consigue crear sobre el escenario distintas atmósferas en las que la iluminación adquiere una importancia muy destacada.

La soprano Susana Cordón, en el papel de Niña Estrella, y el tenor gijonés Alejandro Roy, que hizo el papel protagonista, son dos artistas muy queridos en las representaciones líricas en capital asturiana, y ayer recibieron una calurosísima ovación al término de la función. Cordón es buena actriz y vocalmente su personaje le va muy bien, algo de lo que el público se percató desde la plegaria del comienzo, muy aplaudida. Don Gil es un papel exigente para el tenor y Roy, que ayer debutaba en él, también agradó al público. Destaca sobre todo su potencia sonora en el registro agudo.

Comicidad

Abundan en este título de Penella las escenas cómicas y los engaños, por lo que los personajes secundarios adquieren mayor relieve. En este sentido, fueron más que merecidos los aplausos que recibieron David Menéndez, quien se encargó del brindis del libreto. Se implicó a fondo con el papel, y el público supo reconocérselo. También entre los ovacionados estuvieron Jorge Rodríguez-Norton, Vicenç Esteve y Sandra Ferrández por la simpatía con la que supieron dotar a sus respectivos personajes. Todos ellos protagonizaron varios de los momentos más divertidos de la velada. Gustó mucho la romana que cantó Menéndez, tan querido por los aficionados, al igual que el dúo entre los dos indios de Norton y Ferrández, y la confesión del señor Gobernador en la que intervinieron Esteve y David Rubiera, con la que el público no podía parar de reír. Como número de conjunto, fue estupendo el quinteto del engaño del Gobernador para hacerle creer que Don Gil es hijo suyo y librarle finalmente de lidiar en la batalla.

El coro de la Capilla Polifónica "Ciudad de Oviedo" no tiene demasiado papel en este tercer título de la presente temporada de Teatro Lírico Español, pero sus intervenciones sí fueron correctas.

Siempre son fructíferas este tipo de recuperaciones en materia de teatro lírico, especialmente si la calidad musical es tan legítima como en este "Don Gil". Precisamente la música, que más allá de la famosísima habanera "Todas las mañanitas" es desconocida para gran parte de los asistentes, fue muy bien valorada. La primera versión que escribió Penella, exclusivamente para orquesta de cuerda y arpa, fue la que interpretaron ayer en el Campoamor el director Rubén Gimeno y la Orquesta Oviedo Filarmonía. Con ello se consiguió un buen equilibrio de los balances sonoros, dando todo el protagonismo a los cantantes, mientras la orquesta desempeñó con éxito las labores de acompañamiento. Fue algo importante a la hora de recrear la atmósfera idealizada que buscaba Penella en su obra.

Cuando Emilio Sagi salió a saludar al final de la función, el patio de butacas del Campoamor. lo ovacionó con intensidad, reconociéndole un trabajo de una economía deslumbrante.