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"La afición por 'Les Luthiers' se hereda, o se contagia", dicen los fans asturianos

Compartir su sentido del humor y saberse sus frases, características del seguidor del grupo, premio "Princesa de Asturias" de Comunicación

"Les Luthiers", durante una actuación en el Auditorio de Oviedo, en octubre de 2015. LUISMA MURIAS

"Johann Sebastian Mastropiero era muy amigo de la Duquesa de Lowbridge, mujer madura cuyos encantos no habían disminuido con los años... habían desaparecido". Esta afirmación relativa a las singulares relaciones del célebre compositor imaginado, que quizás pueda causar extrañeza en el no iniciado, provoca una reacción inmediata de alegre zozobra en el genuino "cholulo", el auténtico seguidor de esa práctica casi religiosa que es seguir -qué decimos seguir, ¡admirar!- a "Les Luthiers".

La fascinación por el grupo argentino, al que días atrás un jurado especialmente sensible al humor "cholulo" otorgó el premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades, se transmite de tal forma que, si internet no hubiera banalizado el término, casi podríamos calificarla de "viral". "En nuestra familia, la afición entró por mi hermano Jaime, que era el mayor. Porque el 'cholulismo' se hereda, o más bien se contagia", afirma Nacho Poncela.

Los tres hermanos Poncela -Jaime, Nacho y Pachi, por orden de nacimiento y de entrada en la secta "luthierana"- ejemplifican esta transmisión de valores "cholulos" dentro de una misma familia. El roce hace el "cholulo", que diría el refranero si lo hubiera escrito Mastropiero. Mas, ¿cómo llegaron los Poncela a trabar contacto con "Les Luthiers"?

Jaime Poncela, auténtico apóstol "luthierano", desvela el misterio: "Fue por pura casualidad. Era el año 1980, quizá el 81, y yo estaba estudiando un examen de Historia antigua, que era un auténtico coñazo. Así que salí a dar una vuelta por Gijón y paré en 'Discoteca', mítica tienda de discos. Allí vi un cassette con unos tipos en la portada que iban en smoking y que tenían posiciones, digamos, originales. Lo que me decidió es que la cinta costaba poco, creo que eran trescientas pesetas, y la compré. Fue un descubrimiento".

Conviene prestar atención a la intercesión de la ironía "luthierana" en este lance concreto de la vida de Jaime Poncela quien, al igual que los alumnos de Wildstone, comprendió que la diversión y la recreación no son menos importante que el estudio: Son más importantes. También hubo, claro está, algo de fortuna: "De aquella no había internet ni manera de saber nada de estos tíos", afirma. Algo que no solamente es verídico, también es cierto.

En esa pausa de sus estudios, Jaime Poncela descubrió a "Les Luthiers" y piezas como la "Suite de los noticieros cinematográficos", que le conquistó: "Era algo alucinante, como el No-Do español pero contado por argentinos. Tenían gracia, ironía, un humor fino... Y el sonido de los instrumentos informales fue muy llamativa, sobre todo para alguien como yo, que toco algo la guitarra y me hacía mucha gracia que gente con formación musical usara instrumentos que, teóricamente, son de aficionados".

A partir de esa primera audición, Jaime Poncela extendió el "luthieranismo" entre familiares y amigos, inculcando a sus hermanos las bondades del humor "cholulo", explicándoles una y otra vez, como un mantra, la simple historia de la bella y graciosa moza que marchose a lavar la ropa. Porque el "luthierano" ni nace ni se hace: únicamente se contagia.

Nadie está a salvo de contraer esta afición. Luis Pacho, portavoz del grupo municipal de Ciudadanos en Oviedo, es otro apóstol luthierano de primer orden. En su caso, la herencia fue de nuevo lo que motivó su entrada en la congregación del humor "cholulo": "Tengo la memoria de oírlos con mi padre en un magnetofón, tendría yo ocho o nueve años. Sabía de memoria la historia de 'La bella y graciosa moza que marchose a lavar la ropa'. La cantábamos en el coche cuando íbamos a León a ver a la familia. Eran esos compañeros que te hacen el viaje más ameno".

Si se les pregunta a estos "luthieranos" qué características deben adornar a un genuino "cholulo", apuntan con precisión una serie de rasgos que no pasarán desapercibidos en ninguna sobremesa: "Me sorprende que me sigan haciendo gracia muchas cosas de ellos que ya escuché cientos de veces. Hay que compartir ese sentido del humor, y hay que saberse de memoria muchas de sus frases y sus canciones, para poderlas compartir con otros 'cholulos' cuando coincides con ellos", sostiene Jaime Poncela. "Cuando hablo por teléfono con Pachi, siempre aludimos a la 'Serenata Mariachi': yo le llamo 'Bernardo', y él a mí, 'Porfirio'", añade Nacho Poncela, como queriendo respaldar a su hermano e introductor en el "luthieranismo".

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