Mariano Arias Páramo, filósofo y escritor, fotógrafo y profesor, "meticuloso trabajador", erudito estudioso entusiasta y "muy hormiga" en la voz de algunos de los que le conocieron, falleció ayer en Oviedo a los 65 años legando una obra extensa y heterogénea que cultivó el ensayo, la novela, el relato o la crítica literaria. Finalista del premio "Nadal" en 1991, ganador al año siguiente del "Juan Rulfo" de relatos, se fue de repente, víctima de una fulminante enfermedad terminal que se aceleró dramáticamente en apenas diez días. El súbito desenlace llega unos meses después de la culminación de uno de sus grandes proyectos, la publicación de "El escriba sagrado", magna obra construida alrededor de la investigación que articuló su tesis doctoral, sobresaliente cum laude en 2009, y que bucea en los orígenes de la escritura y la palabra escrita, ese asunto que late en su obra entera.

"La preocupación por la literatura como fenómeno antropológico es el hilo conductor que recorre sus ensayos e incluso sus novelas", recordaba ayer Román García, profesor como él y compañero en la Sociedad Asturiana de Filosofía (SAF). De eso hablaba también desde el título su primera novela, la que le llevó a las puertas del "Nadal" en 1991, "El silencio de las palabras". Arias será incinerado a las once y media de esta mañana en el tanatorio de Los Arenales, en Oviedo. El próximo lunes 22 a las doce del mediodía se oficiará una misa en su memoria en la capilla de la Universidad de Oviedo.

Alberto Hidalgo, director de su tesis y prologuista de "El escriba sagrado", celebraba en medio de la tristeza la satisfacción de haber culminado uno de los grandes proyectos de Arias, aquella tesis "que ya nació con formato de libro, que tenía programado desde hace veinte años" y que vio la luz al fin a comienzos de éste. Hidalgo recordará a un "meticuloso trabajador, a un manitas, a un excelente fotógrafo" que hacía la composición editora de sus trabajos literarios, desde los grabados hasta unas "fotografías muy personales", que logró armar en su última obra una teoría "muy bien trabajada, muy original filosóficamente", muy preocupada por la intervención del elemento religioso como eje angular del nacimiento de la palabra escrita. En el estudio y la investigación, en el rastreo de la génesis de la escritura era "un entusiasta absoluto" que durante el proceso de preparación de "El escriba" incluso "estaba empeñado en que yo aprendiese a escribir en cuneiforme". Que llegó a reproducir el tipo de arcilla que necesitaba para imitar él mismo las incisiones del ancestral sistema de escritura pictográfica de los sumerios.

Profesional de la docencia, profesor de Filosofía en el IES Virgen de Covadonga de El Entrego, Mariano Arias Páramo deja una producción ensayística y literaria que además de al menos siete títulos entre novela y colecciones de relatos tocó casi todos los palos. La investigación filosófica -"Jean Paul Sartre vivo" o "Antropología de la escritura"-, el análisis político - "Las nuevas ideas del socialismo frío"-, el sociológico -"La pobreza invisible"-, el ensayo literario -"Cortázar: la intelectualidad de un creador", "Mito y realidad en la novela actual"-? Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Oviedo con una tesis dirigida por Gustavo Bueno, "La antropología filosófica de Jean Paul Sartre", y fue un destacado componente de la Escuela Materialista de Oviedo y discípulo de Bueno, pero "nada dogmático", precisa Román García. "Una buena persona en el buen sentido de la palabra" y un erudito cuya obra "aporta también muchas cosas al espacio antropológico de Bueno, una idea muy brillante que carecía de desarrollo. Y para la que la contribución que hizo Mariano es fundamental".

En su trayectoria rica y heterogénea fue también uno de los militantes comunistas que abandonaron la disciplina del partido en Asturias tras la crisis del congreso de Perlora en 1979. En versión literaria, se comprometió como miembro fundador y presidió la Asociación de Escritores de Asturias. Deja varios proyectos sin terminar, incluido en parte el de "El escriba sagrado", del que acumulaba documentación más extensa que la publicada y "cantidades ingentes de material", remata Alberto Hidalgo.