El galardón ha sido muy bien recibido entre los teólogos, que poner en valor la capacidad de Karen Armstrong para divulgar sus ideas y, también, esa vertiente conciliadora que impregna sus estudios e iniciativas como la "Carta de la Compasión". "Es una mujer que trabaja sobre cuestiones ecuménicas, que trata de buscar puntos de encuentro entre las tres grandes religiones monoteístas, desde un punto de vista que trata de ser laico", explica Constantino Bada, profesor de Sagrada Escritura y otras asignaturas en el Seminario Metropolitano de Oviedo.

A juicio de Bada, el premio para Armstrong es "muy merecido", y destaca además la sintonía de la teóloga y ensayista británica con las posiciones que está defendiendo, desde el Vaticano, el papa Francisco: "Aunque fue religiosa en su juventud, vivió un proceso podríamos decir que de desencanto, pero sí que es cierto que se aprecia mayor sintonía, en sus obras y sus opiniones, con las que defiende Francisco".

El también teólogo y párroco de San Pedro de Gijón, Javier Gómez Cuesta, valora de la premiada "su capacidad como divulgadora", y aunque reconoce que en España es quizás poco conocida, incide en su relevancia dentro del contexto anglosajón. Sobre sus estudios, coincide con Bada en su búsqueda de cierta ecuanimidad a la hora de trazar análisis comparativos de las religiones, y celebra además que se haya premiado a una mujer teóloga.

"Es una mujer que estudia las religiones de un modo riguroso, científico y que se compromete con la convivencia", reflexiona Isaac Querub, miembro del jurado que ha concedido el premio a la británica, quien contextualiza además el galardón en un momento complejo para la convivencia: "Habían previsto que la religión dejaría de existir. Y yo creo que la religión, entendida como aportación ética a la sociedad, es relevante, es de mucha importancia y como judío no solo destaco el valor religioso que tiene esto para facilitar la convivencia. En los momentos actuales algo convulsos es importante seguir predicando el derecho a la diferencia porque solo así se favorece la diversidad y la convivencia".

"Vivimos tiempos peligrosos. Hemos creado un mercado global donde estamos más estrechamente unidos que nunca: nuestras economías son profundamente interdependientes; lo que sucede hoy en Siria o el Yemen puede tener repercusiones en Londres o Manchester mañana; estamos conectados electrónicamente mediante Internet; nuestras historias están profundamente entrelazadas; y todos nos enfrentamos a los mismos desafíos ambientales", reflexiona la propia Karen Armstrong, quien se revela preocupada por la situación geopolítica a nivel mundial e insiste en la necesidad de tratar de comprender al otro, de ejercer la empatía, para lograr una convivencia pacífica .

Amelia Valcárcel, también miembro del jurado, incide además en la "extraordinaria relevancia" de estudiar las religiones, como sistemas sociales y de creencia. "Sin estas investigaciones no podemos entender las tensiones que actualmente atraviesa el mundo. Y Karen Armstrong nos ha dado hecho un enorme camino para entender el mundo en que habitamos", reflexiona Valcárcel, quien incide en que la teóloga británica no adopta "el punto de vista del fiel, sino el punto de vista de una persona que estudia, que es el que necesitamos".

Una orientación que, unida a su relevancia como divulgadora y a su labor activa en proyectos con vocación de reivindicar los puntos de unión entre distintas culturas y creencias, ayuda a tender puentes entre ellas, "que es lo mejor que nos podría pasar", añade Valcárcel. Porque, en esencia, esa es una de las claves del pensamiento de Armstrong: el reconocimiento de la diferencia, el uso de la empatía como mecanismo para vencer los prejuicios: "Necesitamos urgentemente examinar las ideas y los principios recibidos, mirar dentro de las noticias hacia las complejas realidades que están desgarrando nuestro mundo, dándonos cuenta, a un nivel profundo, de que compartimos el planeta no con nuestros inferiores sino con nuestros iguales", concluye la teóloga.