Cuando hablamos de relaciones serias o estables solemos vincularlas al concepto de fidelidad. Pero, ¿qué es la fidelidad? Cuando hablamos de fidelidad nos referimos a la regla presente en algunas relaciones afectivas que implica no tener encuentros románticos o eróticos con otras personas. Es decir el concepto de fidelidad suele ir siempre unido al de excluisividad o lo que es lo mismo, a la monogamia.

A pesar de que es un concepto aceptado socialmente, existen muchas maneras de entender la fidelidad. Para algunas personas por ejemplo, una relación de cibersexo puede ser una amenaza a su relación de fidelidad. En cambio para otras no. Lo mismo pasa con los pensamientos, con los enamoramientos o con los rollos de una noche.

El concepto que se asume sobre la fidelidad también depende del momento en el que esté la propia relación. Uno de los grandes conflictos en torno a este concepto es que se da por supuesto. Cuando empezamos una relación estable damos por hecho que no va a haber terceras personas. Es algo que no negociamos y no hay espacio para exponer puntos de vista, deseos o matizaciones.

No existe un único modelo de relación o de pareja, la comunicación es imprescindible para saber lo que cada uno quiere o desea. No existen maneras buenas o malas de vivir las relaciones afectivas. Cada vez son más visibles otras maneras de vivir las relaciones afectivas. Apostamos por un modelo más amplio en el que existan posibilidades para elegir, respeto a los acuerdos y responsabilidad sobre los propios actos.