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CHEMA MADOZ | Fotógrafo, expone en el Museo de Bellas Artes

"Hice este trabajo desde mi cabeza, con la imagen que yo tenía de Asturias"

"Creo escenografía que fotografío a una hora determinada y cuando entra la luz que necesito por la ventana"

"Hice este trabajo desde mi cabeza, con la imagen que yo tenía de Asturias"

El fotógrafo Chema Madoz inauguró ayer en el Museo de Bellas Artes de Asturias la exposición "El viajero inmóvil", quinta de la serie "Miradas de Asturias", organizada por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. "El viajero inmóvil" incluye 34 fotografías y un vídeo que reproduce una cascada que cae como telón del teatro Campoamor. Al acto inaugural, celebrado con el fotógrafo como guía, asistió el director del Museo, Alfonso Palacio, que agradeció el trabajo a la Fundación María Cristina Masaveu, al propio Madoz y al personal del museo. Le acompañaron Álvaro Sánchez, secretario del patronato de la Fundación, y el comisario de la exposición, Borja Casani. Madoz hace el "trayecto inverso al usual en su trabajo. Esta vez no son los objetos y sus significantes libres los que tienen la palabra, sino su propia idea de Asturias", como describe en el texto del catálogo Casani. Efectivamente, Madoz desvela esta circunstancia distinta a su norma de trabajo en conversación con LA NUEVA ESPAÑA. "El viajero inmóvil" está muy centrado en la memoria de sus viajes en determinados momentos de la adolescencia y juventud. De hecho, relata el autor, decidió hacer la muestra cuando entró en su cabeza que lo haría desde su lugar de trabajo, cuando se convenció de que no viajaría a Asturias para hacer "El viajero inmóvil".

- O sea, su mirada es desde sus visitas de infancia.

-Hice un viaje para refrescar un poco las ideas. Hacía años que no venía. Lo relacionaría más que con la infancia con algún viaje temprano de la adolescencia. Hay un momento de mi vida en que vengo en varias ocasiones y luego dejo de venir.

- ¿No necesitó refrescar ideas, imágenes ni objetos?

-Cuando recibo la invitación pienso que lo mejor es venir y tomar nota. Pero también veo que no tiene mucha relación con mi forma de trabajar. Y es ahí cuando echo mano de la imagen de Asturias que tenía en mi cabeza hasta ese momento.

- Refleja mucho el detalle, como el que contó durante la visita por las salas del museo de las astas que sujetan las dos hachas.

-En los viajes te vas quedando con pequeñas anécdotas que llaman tu atención y unas se quedan más grabadas que otras, sobre todo porque es con algo que no tropiezas en el lugar que tú vives. Aquí se verá con naturalidad, pero cuando vienes de fuera llama la atención algo que a lo mejor no tiene tanta importancia pero que en tu cabeza cobra especial interés.

- Identificó usted el significado de los objetos y cosas con, por ejemplo, la patria y el hogar.

-Ya había canciones que hablaban de ello: "Mi patria en mis zapatos" (bromea). Al final es una visión totalmente realista; son cosas que nos acompañan, que vienen con nosotros a todos los lados. Y es un juego del que puedes echar mano para entresacar conceptos de los objetos. Hay una relación evidente en la zapatilla como tu propio hogar.

- ¿Y los ambientes - marino, agrario, ganadero, trenes y túneles... - , alguno se le quedó especialmente grabado?

-En general recuerdo como paisajes. Para mí evocar la idea de Asturias viene un poco por esas montañas alrededor de Llanes o las playas que ahí por allí cerca, que creo han sido algunas con las que viví con más intensidad y han pasado para mí a simbolizar Asturias.

- ¿Cómo hace su trabajo, con los objetos en casa?

-Sí, más que un estudio es un espacio en el que trabajo. No es un estudio fotográfico al uso. Es una sala. Tengo los objetos y trabajo con ellos manipulándolos, creando pequeñas escenografías que luego van a ser fotografiadas en un lugar concreto a una hora determinada porque entra la luz que necesito por la ventana para poner en evidencia ese juego que acabas de montar. Siempre lo veo distinto a la idea de lo que entendemos por un estudio fotográfico. Pero no deja de ser un espacio de trabajo.

- Habitualmente trabaja sobre sus ideas y con sus objetos, ¿"El viajero inmóvil" es un encargo, le supuso un problema?

-Sí, sí, en un principio fui muy reticente a aceptar el encargo. Primero no sabía si sería capaz a resolverlo y me daba respeto, y luego estaba el hecho de que lo que había visto eran trabajo de otros fotógrafos que habían venido a Asturias para estar una buena temporada y resolver en diferentes líneas. Hasta que entendí que no necesitaba venir para hacerlo, no fui capaz de ver desde dónde lo podía abordar.

- ¿Al final fue rebobinar su memoria?

-En el momento que doy un poco con la clave de que trabajo desde mi sitio, que no voy a Asturias y que voy a trabajar desde mi cabeza, ahí empiezan las cosas a funcionar.

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