Ícaro es un huérfano de nueve años que se hace llamar Calabacín y que, tras morir su madre alcohólica, es ingresado en una institución para menores que será un inventario de los infiernos que pueden acosar al mundo infantil, pero en el que también encontrará un grupo de amigos unidos por un nexo común de desorientación e incertidumbre. Lágrimas y risas se entremezclan en La vida de Calabacín, cinta del director suizo Claude Barras que estuvo nominada a mejor película de animación en la pasada edición de los "Oscar" gracias a su guión y a su impecable técnica de stop motion (animación fotograma a fotograma). Se trata de una obra más para un público juvenil que infantil. No sucede lo mismo con El secreto del libro de Kells, una preciosista cinta de dibujos dirigida por Tomm Moore y Nora Twomey que pueden disfrutar tanto grandes como pequeños y que también estuvo nominada, en 2009, al máximo galardón de la Academia americana; está protagonizada por Brendan, un monje de 12 años que tendrá que abandonar por primera vez la abadía en la que se protege de los ataques de los vikingos para adentrarse en el peligroso bosque con una misión: terminar un inacabado libro mágico.