Un buen número de personalidades europeas respaldaron la candidatura de la Unión Europea al premio “Princesa” de la Concordia que, finalmente, acaba de concedérsele. En distintas cartas de apoyo a esta propuesta expresaban los motivos para recibir un galardón que, además, coincide con el 60 aniversario de los Tratados de Roma. En resumen, indicaban que “la Europa de la Unión representa por tanto la aplicación práctica de estos tres valores fundamentales de la cultura ilustrada y universal: paz, libertad y justicia social”. Y añadían que recibir el premio más prestigioso, “que no es otro que el Princesa de Asturias a la Concordia” contribuiría además “a renovar la confianza de los ciudadanos en el proyecto de integración en un momento en el que las peores tendencias nacionalistas y xenófobas cobran fuerza, y a impulsar el trabajo de las instituciones europeas para alcanzar “una unión cada vez más estrecha”. Se trata de un grupo de cartas de apoyo que nacieron a partir de la iniciativa del eurodiputado asturiano Jonás Fernández, quien más pujó para la concesión del galardón de la Fundación Princesa.

Uno de los principales argumentos de las personalidades que apoyaban la candidatura era que “no hay mayor ejemplo de concordia que la paz. Pero no una paz abstracta, retórica, ideal o futura, sino una paz concreta, material, cotidiana y diaria, que es el estado que caracteriza a la Europa comunitaria desde el 9 de mayo de 1950”.Y añadían que “desde la Declaración Schuman que lanzó el plan para integrar los mercados del carbón y del acero como primer paso para instituir una “federación para Europa”, hasta la actual Unión Europea, la guerra, recurso habitual para resolver los conflictos, ha quedado efectivamente abolida entre los Estados miembros que la componen. Se trata de un hecho histórico sin precedentes que no debe ser subestimado”.

Añadían que la UE es “la realización práctica del ideal kantiano esbozado en el proyecto de la “paz perpetua” entre los Estados, mediante el establecimiento de un vínculo supranacional entre ellos, dando lugar una soberanía compartida que hoy se extiende a la moneda, la política comercial y de la competencia, la protección de los consumidores y el medio ambiente, las ayudas al campo y a las regiones desfavorecidas, y a una incipiente política exterior y de defensa comunes”.

Además del logro de la paz civil internacional, incidían en que la Unión Europea “encarna a un proyecto de promoción de la democracia y de los Derechos Humanos, siendo la región del mundo que más y mejor protege las libertades individuales”. Y añadían que “también la construcción europea busca alcanzar la paz social, aunando prosperidad económica con bienestar, de modo que se corrijan las desigualdades y no se ahonden los conflictos entre las distintas clases y sectores de la sociedad. Es lo que se conoce como el modelo social europeo, elemento imprescindible para el futuro de Europa junto a la competitividad y la sostenibilidad ecológica”.

Entre las personas que apoyaron la candidatura estaban distintos Presidentes del Parlamento Europeo como Enrique Barón, José María Gil-Robles o Josep Borrell; algunos antiguos comisarios como Pedro Solbes, Joaquín Almunia y Vivianne Reding; exministros comoCarlos Westendorp, Josep Piqué, Trinidad Jiménez, Miguel Angel Moratinos, Pilar del Castillo, Carlos Solchaga y Elena Salgado, además del eurodiputado asturiano, Jonás Fernández, uno de los principales promotores de la iniciativa. La candidatura también contaba con el apoyo de Ana Patricia Botín (Santander), Francisco González (BBVA) e Ignacio Toxo (CCOO), de líderes europeos como Gianni Pitella (S&D), Manfred Webber (PPE), Guy Verhofstadt (Liberales), Elmar Brok (UEF), Jo Leinen (Movimiento Europeo), López Isturiz (secretario general del PPE) y Eugenio Nassare (Movimiento Europeo, España). También rubricaron su respaldo Anthony Gardner, embajador de Estados Unidos ante la UE en la Administración Obama, los expresidente españoles Felipe González y José Luis R. Zapatero