Brandon Sanderson pasó de ser un perfecto desconocido a convertirse desde 2006 en un autor de novela fantástica con ocho millones de lectores. Su primera obra, Arena blanca, no vio la luz en su momento pero ahora ha sido adaptada como novela gráfica, y en ella podemos encontrar un texto del propio autor en el que nos cuenta el origen de su historia, ambientada en el universo Cosmere y con toda la inagotable imaginación de Sanderson (Nebraska, 19 de diciembre de 1975) en ebullición.

Ahí va:

"Hace más de veinte años estaba sentado en la parte de atrás de un autobús, en Corea del Sur, garabateando el boceto de un mundo en un bloc de dibujo. En aquel momento de mi vida yo era una persona completamente distinta. Nunca había terminado de escribir ningún libro, y los únicos relatos que tenía adolecían de una falta de originalidad espantosa. Sin embargo, sabía que me encantaba escribir. Que había algo en el proceso de creación, en la historia, en la mera invención de algo a partir de la nada que me cautivaba. El año anterior, en la universidad, había pasado de las clases para dedicar todo mi tiempo a aporrear aquellos relatos en mi viejo ordenador DOS. Por deleznables que fueran, seguía sintiéndome muy orgulloso de ellos.

Ahora me apetecía hacer algo más grande, abarcar mucho más. Me apetecía hacer algo que contuviera un mundo auténtico. Aunque mis labores de misionero en Corea me dejaban poco tiempo libre, me esforcé por desarrollar este concepto, al que a la larga pondría el nombre de Arena Blanca.

Comenzó siendo una idea aislada. Un grupo atraviesa una extensión de arena blanca, sin distintivos, y (para su consternación) descubre una mano que sobresale de ella. Se ponen a excavar en la duna y desentierran a una persona, todavía con vida.

Aquella chispa diminuta prendió la llama de mi actual carrera como escritor. Evolucionó hasta convertirse en la visión de un mundo atrapado entre dos estrellas, una radiante y omnipresente, diminuta la otra, fuente de una luminosidad extraña, filtrada por algún tipo de fenómeno astronómico antinatural. Lo bosquejé todo, entusiasmado, y me puse a escribir.

El resultado de los siguientes tres años de esfuerzos fue… en fin, no muy bueno. Las ideas estaban allí, sí, pero cuesta escapar a la influencia de otros autores cuando se está empezando en el oficio. El borrador inicial de Arena Blanca tenía un poco de Dune, otro poco de La Rueda del Tiempo y un poco más de Los miserables. Acababa como suelen hacerlo todas las primeras novelas: sin acabar de ninguna manera. Me había limitado a escribir hasta llegar a ese punto en el que uno sencillamente se dice: «Bueno, pues habrá que ir pensando en ponerle punto final a esto.»

Las ideas, en cambio… Muchas de las ideas que contenía eran puro Sanderson, embriones de lo que terminaría transformándose en mi seña de identidad dentro del género fantástico. Un sistema de magia fascinante, un escenario rebosante de vida y personajes atrapados en el punto de fricción entre dos mundos. No podía relegar a Arena Blanca al olvido sin más ni más. De modo que, años más tarde, volví a la carga.

Tras finalizar Elantris (mi sexta novela), volví a echarle un vistazo a Arena Blanca y decidí darle otra oportunidad. En esta ocasión me planteé a mí mismo las preguntas de un creador de mundos mucho más maduro. ¿Sería capaz de diseñar un planeta desértico que no fuese un burdo clon de Arrakis o Tatooine? ¿Conseguiría convertirlo en un crisol de contrastes, de dotar de interés a su fauna y su flora? ¿Sabría enhebrar los arcos argumentales de cada personaje en la trama general de la historia?

Yo diría que salí airoso, por lo general. El libro quedó bien, para mi gusto, pero seguía sin haber publicado nada por aquel entonces. Habrían de pasar años aún antes de que vendiera alguna novela, y en esos momentos lo que más entusiasmo me producía era trabajar en Nacidos de la Bruma. Todo lo cual conllevó que Arena Blanca se quedase languideciendo en el limbo. No dejaba de contarle a la gente que era la mejor de mis novelas inéditas, solo que el momento indicado para sacarla a la luz parecía no llegar nunca.

Hasta que desde Dynamite se pusieron en contacto conmigo para preguntarme si no tendría, por casualidad, algo sin publicar de lo que pudiera salir una novela gráfica original apañada.

Puedo afirmar sin temor a equivocarme que colaborar con ellos en la creación de esta historia ha sido una de las experiencias más gratificantes e intensas de toda mi trayectoria profesional. Trabajar con Rik, el guionista elegido para adaptar la historia al formato de novela gráfica, supuso un verdadero placer; además de ayudarnos a solucionar los problemas que aún lastraban el guion original, no le costó nada reconvertirlo para que funcionara en este estilo de arte secuencial. Por su parte el ilustrador, Julius, ha sabido plasmar la arena con una maestría que desborda los límites de la página. De todos mis sistemas de magia, el que aparece aquí es el más visual, conceptualmente hablando, y el que mejor se presta a esta clase de representación.

Me faltan las palabras para expresar cuánto me alegra ver que esta historia va a llegar a los lectores, por fin. Desde sus humildes orígenes en un bloc de dibujo hasta su culminación en esta novela gráfica tan espectacular, la historia ha debido recorrer un camino muy largo. Es por ello que, después de tanto tiempo, me enorgullece y me honra a partes iguales presentaros Arena Blanca. La primera de mis novelas, en su tercera encarnación."