¿A quién se le ocurre organizar en una aldea oculta en la montaña, al pie de los Picos de Europa, un festival de cine independiente, con películas indias, finlandesas o suizas en versión original? Pues a alguien loco por el séptimo arte. Como Miguel Lorenzo, un canario que un buen día concluyó que a la exuberante naturaleza, la exquisita gastronomía y las cumbres más míticas de España podría añadirse un festival de cine en el pueblo de su mujer, Puertas de Cabrales. De eso hace cuatro años. Y el Puertas Filmfest funciona: el año pasado sumó 650 espectadores.

Siete amigos y una asociación con 90 socios, alguna ayuda y mucha voluntad bastan para organizar un festival que ya se ha convertido en una referencia nacional del cine independiente, y que se completa con exposiciones, actuaciones, charlas con implicados en los filmes y un taller infantil de cine. Cinco mil euros cuesta la cosa. Uno de los objetivos, llevar el cine marginal, el de "las cunetas de las taquillas" al paraíso, y dar visibilidad a películas "sin carrera comercial", que nacen "del estómago del productor", destaca Lorenzo.

La "gran estrella" será este año "Cantábrico", de Joaquín Gutiérrez Acha, que se proyecta hoy, a las 22.00 horas, en Puertas (también hay proyecciones estos días en otras localidades). Antes, a las 18.30 horas, actuará Germán Díaz. Y mañana, habrá sesión infantil, a las 12.00 horas en Puertas, con "La vida de Calabacín" y, a la misma hora, "Oleg y las raras artes", en la Casa Bárcena de Carreña. El festival aún continuará hasta el martes.

El aperitivo ha sido un taller infantil de cine en el Ateneo Cabraliego, en Arenas, con una docena de críos, de 8 a 12 años. Al frente, las realizadoras Inés Espinosa y Elvira Ongil, que enseñaron a los pequeños los entresijos del cine. Divididos en grupos han creado cuatro stop motion (técnica de animación). Y han conocido cosas como el proceso de la cianotipia, técnica de revelado natural con la luz del sol.

"Los niños están muy interesados en conocer los entresijos del cine", señaló Ongil. "Todo relacionado con las cámaras y la posibilidad de ver plasmadas sus ideas en cortos creados por ellos mismos les fascina. Veo mucho futuro aquí", manifestó.

Candela Pardo, de 12 años, acude al taller junto a su hermana Lucía. Son hijas del cineasta local Alberto Pardo. Llevan el séptimo arte en las venas. Han participado en dos cortos dirigidos por su padre, "Enero del 13" e "Historia de una casualidad". "Del cine me gusta la delicadeza y la perseverancia. Es todo perfecto y elegante", señaló Candela.

Al catalán Theo Martín, de 8 años, le gusta "todo" y Julen Sánchez, de Arenas le parece "muy interesante conocer todo el proceso para hacer una película". La pequeña Anais Martín dice que lo que más le llama del taller es grabar las historias que ellos mismo han guionizado. "De mayor no sé lo que voy a ser. No me importaría trabajar en algo relacionado con el cine", añadió. Para Noemí Llano, el mayor divertimento es grabar y manejar la cámara de fotografía, y para Álvaro Pérez, conocer el trabajo del director.

Las cuatro películas de un minuto de duración realizadas por los pequeños cineastas durante las siete horas que duró el taller ("El lienzo", "Las pelirrojas", "El rescate" y "Apocalipsis zombi") fueron proyectadas ayer en el Ateneo, ante la atenta mirada de los niños y de sus padres.