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GUILLERMO GARCÍA CALVO | Director musical de "Sigfrido"

" 'Sigfrido' es la ópera más difícil de toda la tetralogía wagneriana"

Guillermo García Calvo, ayer, en el Campoamor. MIKI LÓPEZ

El próximo 6 de septiembre se estrenará en Oviedo "Sigfrido", de Richard Wagner. Será el comienzo de la temporada de la Ópera de Oviedo. En esta ocasión la orquesta tendrá un papel muy destacado, y quien suba al podio será el director madrileño Guillermo García Calvo (1978), que ha participado anteriormente en los dos títulos anteriores de la tetralogía programados en el Campoamor. García Calvo ha estado muy ligado a los títulos wagnerianos en Asturias. Hace pocos meses se convirtió en director titular de la orquesta de la Ópera de Chemnitz y de la Filarmónica Robert Schumann, y cuenta con una estrecha relación con la Ópera de Viena, donde dirige con frecuencia.

- Como director musical, ¿qué retos plantea esta nueva producción de "Sigfrido" para la Ópera de Oviedo?

-En primer lugar está el hecho de poder trabajar con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, que lleva en este proyecto desde el principio, y la nueva incorporación de la orquesta Oviedo Filarmonía, que abordará este título por primera vez. Otras veces se ha hecho ya esta unión entre las dos agrupaciones, pero es muy emocionante porque la partitura de "Sigfrido" es un reto en sí misma. La densidad de la orquestación, la duración tan extensa de sus tres actos y el "continuum" sonoro por el que los instrumentistas no tienen demasiados silencios en los que reponerse, la convierten probablemente en la obra más difícil de toda la tetralogía wagneriana. Además, en este "Sigfrido" en Oviedo, tocaremos la versión original escrita por Wagner, en el sentido de que no habrá ningún tipo de reducción en las cuerdas, como sí se hizo con "El oro del Rin" y la "Valquiria", porque no tendremos que lidiar con las limitaciones de espacio que lleva implícito tocar en el foso de la orquesta del Teatro Campoamor, donde el número de instrumentistas que caben es reducido.

- ¿Qué precauciones va a tomar con la orquesta, teniendo en cuenta que se colocará sobre el escenario y no en el foso?

-Soy consciente, y los profesores de la orquesta también, de que el hecho de que la orquesta se sitúe en el mismo plano que los cantantes va a generar muchos problemas porque corremos el riesgo de que el sonido de la orquesta tape el discurso de los cantantes. Para solventar estas dificultades sabemos que tendremos que reducir las dinámicas para que el balance sonoro sea el correcto. Puede parecer arriesgado, pero es lo mismo que se hace, por ejemplo, en la Ópera de Viena, donde el foso de la orquesta está más alto que en Bayreuth. De todas formas, soy consciente de que este tipo de alteraciones eran permitidas por el propio Wagner, a cambio de que su música se programase en distintos lugares. Durante mucho tiempo sus dramas fueron objeto de diversas modificaciones y cortes, algunos de ellos perjudicaban seriamente a la música, para que favoreciesen a los requerimientos escénicos en el propio Festival de Bayreuth. A veces tendemos demasiado a idealizar a los compositores del pasado buscando todo ese purismo, y ellos en realidad eran más pragmáticos y su mayor interés era que estas obras se tocasen y se conociesen.

- La pasada primavera se ha convertido en el director titular de la Ópera de Chemnitz y de la Filarmónica Robert Schumann, en Alemania, ¿Como ha sido esta primera etapa?

-Mis funciones allí tienen una parte centrada en el terreno operístico y otra enfocada en el ámbito sinfónico. En la Ópera de Chemnitz, una pequeña ciudad no muy lejos de Leipzig, hice este mismo año "Los maestros cantores de Nuremberg" allí, y ahora están trabajando en tres nuevas producciones de "El oro del Rin", "Un ballo in maschera" y "Parsifal" de cara a la próxima temporada. Tendré la titularidad de la orquesta allí, y también en Chemnitz estamos trabajando sobre la tetralogía wagneriana. Tenemos pensado programarla completa en dos años. En líneas generales estoy contento, la orquesta de la ópera tiene un sonido muy denso, muy romántico, lo que le viene muy bien para la música de Wagner y esos momentos de tanto dramatismo.

- ¿Cómo se ve hoy día a Wagner desde Alemania?

-Hay bastante diversidad en torno a su figura y su obra. Sin duda, es muy admirado y existe una gran devoción, no sólo como un compositor de música, ya a Wagner se le considera alguien muy ligado a la cultura alemana contemporánea; alguien transcendental como ocurre también con Goethe, o con otros filósofos coetáneos. Para entender esta concepción tan arraigada del compositor hay que tener en cuenta todos los escritos que Wagner dejó sobre cuestiones de ópera, el planteamiento arquitectónico para el teatro de Bayreuth o el antisemitismo. En relación a este último, también hay una minoría de la población que asocia a Wagner con la historia más oscura de Alemania, o que consideran sus obras demasiado largas o pesadas. En general, el público español no lo percibe tanto por culpa del idioma, pero el modo tan redundante, siempre mirando al pasado, con el que Wagner escribió su tetralogía también genera hoy día algunas barreras con el público más joven.

- ¿Hacia dónde camina el festival de Bayreuth?

-En Bayreuth tienen muy claro que no quieren convertirse en un museo del pasado, y por eso buscan la vanguardia continuamente. En cierto modo, Wagner era un revolucionario radical que buscaba la innovación, y además hay que tener en cuenta que su ópera puede ser reinterpretada continuamente según van transcurriendo los hechos históricos porque se adapta bien a todas las circunstancias de la sociedad actual.

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