El ilustrador asturiano Alfredo González (Alfredo) ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ilustración por su "dilatada trayectoria" y "por el cultivo de distintos aspectos de la ilustración", también se reconoce su "magisterio e influencia" en otras generaciones.

Alfredo González (Agüeria, Aller, 1933) se trasladó a Madrid a finales de los años cincuenta. Trabajó en publicidad y en varios países sudamericanos. Cuando regresó a España colaboró en revistas y periódicos como "El Papus", "La Codorniz", "El Jueves", "El País" y "El Mundo", entre otros. El dibujante asturiano guarda un grato recuerdo de su trabajo con Francisco Umbral en "Teoría de Madrid", "ahí empecé a ser visto", dice el ilustrador, que fue distinguido "Asturiano del mes" de abril de LA NUEVA ESPAÑA.

"Me viene muy bien (el premio) en todos los aspectos. Es el culmen, la última meta, ya llego cansado, doblado porque tengo problemas de espalda de estar pegado a un tablón de dos metros, mal sentado en una silla giratoria, trabajando en la calle en posturas inverosímiles. Yo no esperaba esto ya dada la edad, en fin". Y se acuerda de los ilustradores actuales: "Ahí están las nuevas generaciones. Yo no diría que hay una sino dos". Porque influir en otras generaciones le "satisface mucho, me esponja el alma. Pero sí, me complace el galardón e incluso la parte económica del premio. A un jubilado autónomo no le viene mal", matiza Alfredo González a este periódico horas después de recibir la noticia cuando estaba "firmando unos papeles en Guadalajara".

El ilustrador cuenta que su gran salto llegó de la mano de Francisco Umbral en los años setenta con el libro "Teoría de Madrid". "Un libro que pesaba cuatro kilos", puntualiza. Y matiza que, en realidad, "fue al revés. Le dije a Umbral que me hiciera la presentación para una catálogo y me la hizo; luego me pidió fotos y escribió este libro. Ahí fue el momento en que empecé a ser visto. Me dio cierta consideración, me empezaron a llamar de agencias y periódicos y así hasta que me jubilé. Fue un punto de inflexión, sí. Y un libro muy aparatoso". También evoca su trabajo en publicidad, medio en el que estuvo de "freelance después de venir de América". Y una etapa feliz en Barcelona con "El Papus": "Me recibieron muy bien y me encargaron mucho trabajo". Recuerda que bromeaba con uno de los editores que le decía que no quería saber nada del Ebro para allá: "Le dije que yo era de mucho más allá, que era celta", detalle que aprovecha para comentar que vendrá pronto por Asturias: "Tengo que ir a veros al periódico".