Cuando llegó el momento del autorretrato colectivo Adam Zagajewski leyó por él y por todos sus compañeros "La poesía es búsqueda de resplandor". El poeta polaco cerró el recital poético en su honor rescatando de su obra la parte donde sostiene que "La poesía es un camino real / que nos lleva hasta lo más lejos". O que "buscamos resplandor en la hora gris". O que "Los poetas son presocráticos, no entienden nada. (...) No saben nada, pero van anotando metáforas sueltas. / Despiden a los muertos, sus labios se van moviendo. / Miran cómo los árboles viejos se cubren de hojas verdes. / Callan mucho tiempo, después cantan y cantan hasta que estalla la garganta".

Ayer, en el campus de humanidades del Milán, en la Universidad de Oviedo, Zagajewski cerró el tributo recitado a doce voces haciendo subir al escenario a los once poetas asturianos que habían "abrigado" con sus versos los del "Princesa de Asturias" de las Letras. Habían leído en honor del galardonado, había escogido él seis de sus creaciones, y juntos habían extendido el homenaje a la poesía. A la poesía como arma "contra la indiferencia" que anunciaba el título del recital. A la "belleza como consuelo", o a "la belleza creada por otros" como ese lugar "donde reside la verdadera salvación", según dijo Alejandra Moreno que algún día dijo Zagajewski.

Moreno, profesora de la Universidad de Oviedo, moderó el paso de un bloque de versos a otro, de los que hablaban de ciudades y paisajes a los de la memoria y la familia y de aquí al sentido de la creación poética. Leyeron en cada segmento temático tres o cuatro poetas distintos y en todos Zagajewski. Acompañaba al piano Jacobo de Miguel. Empezó Marta Sobocinska, alumna polaca de Filología Hispánica en Oviedo, leyendo "La canción del emigrado" de este polaco nacido en una Polonia que hoy es Ucrania y varias veces exiliado: "En ciudades ajenas venimos al mundo / y las llamamos patria..."

En un espacio del campus del Milán que en su tiempo fue capilla, el acto de culto a la poesía quiso intimidad con el patio de butacas hecho de sillones y sofás y en el escenario armarios y una mesa baja con libros del homenajeado. Como en casa, pero abrumado por el recibimiento -"no suelo ser una celebridad"-, Zagajewski hizo con sus poemas un viaje al Mediterráneo de Sicilia y al Báltico de Estocolmo, otro a los Jardines de Luxemburgo de París y unos cuantos al interior de su memoria. Fueron su coro Xuan Bello, Fernando Menéndez, Teresa Soto, Aurelio González Ovies, Jordi Doce, Vanessa Gutiérrez, Martín López Vega, Javier Almuzara, Berta Piñán, José Luis Piquero y Fernando Beltrán, que fue quien retrató al premiado como "un poeta que consigue algo muy difícil, abrigar el vacío".