William Kentridge descubrió el horror siendo aún un niño. "Yo tendría cinco o seis años, y encontré en el despacho de mi padre una caja amarilla, que yo creía que era una caja de bombones", rememoraba ayer el artista sudafricano, premio "Princesa de Asturias" de las Artes, en una rueda de prensa. Pero dentro de esa caja amarilla no había dulces, sino algo realmente aterrador: las imágenes de la matanza de Sharpeville, ciudad sudafricana en la que la policía había matado, el 21 de marzo de 1960, a 69 hombres, mujeres y niños negros, que se manifestaban contra el "apartheid". "Mi padre, que era abogado, defendía a las familias de muchas de esas víctimas", aclaró Kentridge, que usó una palabra para definir qué sintió al descubrir aquellas fotografías en blanco y negro: indignación.

Para otra persona, el trauma de descubrir aquellas imágenes quizás no hubiera pasado de ahí. "Durante décadas no fue más que un recuerdo de mi infancia, no creí que me hubiera influido", afirma Kentridge. Pero tres décadas después, en su estudio, el artista se descubrió a sí mismo reproduciendo, inconscientemente, las imágenes de Sharpeville: "Estaba trabajando en una obra titulada 'Felix in Exile' y me di cuenta de que muchas de las imágenes que estaba dibujando, de personas muriendo y cuerpos mutilados, eran las de aquellas fotografías de Sharpeville".

"Una de las posibilidades que tengo como artista es traer de vuelta aquel choque, aquella indignación, que sentí al ver esas fotografías", reflexiona Kentridge, quien considera que los creadores deben "contar la vida, y mostrar la vida desde diferentes planos, que se juntan y dan lugar a estas imágenes".

La autoconsciencia como creador de Kentridge alcanza también a sus fuentes de inspiración, entre las que destaca la figura de Francisco de Goya y del arte español: "Hay una línea muy clara en el arte español que va de Velázquez a Goya, y de ahí a Picasso". Aunque valora a los tres, Kentridge incide en la fuerza del malagueño y en su forma de trabajar, de "pensar con las manos y los ojos en su estudio", y en la influencia que ha tenido el genio aragonés sobre su propia obra, especialmente a través de series de grabados como "Los proverbios" ("Los disparates"): "La manera en la que Goya mueve la mano para crear un dibujo, una imagen, es fundamental para mi visión del arte".

Kentridge también aludió a la figura de Nelson Mandela, galardonado con el premio "Príncipe de Asturias" de Cooperación Internacional en 1992 y cuyo legado, sostiene, sigue vigente: "Mandela es un símbolo de la inclusividad, de cómo poner de lado la política y encontrar un mayor espacio para la gente". Por último, el artista habló sobre el "Centro artístico para la idea menos buena", que ha creado en Johannesburgo y en el que ha entablado una fértil colaboración con creadores de otras disciplinas.