Estaban todos los clubes asturianos, la Federación Regional, la luanquina Berta García -olímpica con la selección española de seven en los pasados Juegos de Río de Janeiro- y la capitana de ese mismo equipo, Patricia García, que hizo de maestra de ceremonias de un multitudinario entrenamiento con los "All Blacks". Los grandes protagonistas fueron, sin embargo, los quinientos niños que esperaban ansiosos la llegada al campo de rugby de San Lázaro, en Oviedo, de esos superhombres, de los integrantes del que es quizás el mejor equipo de todos los tiempos en cualquier deporte. El más dominador en su disciplina.

Al margen de lo deportivo, el éxito de la selección de rugby de Nueva Zelanda está en su puesta en escena y en lo atractivo de su imagen. Ninguno de los niños que estuvieron presentes en el estadio ovetense olvidará nunca cómo los seis representantes del equipo que ha sido campeón en los dos últimos mundiales de rugby se bajaron de un microbús totalmente negro, con las letras de los "All Blacks" dibujadas en blanco y su característica hoja de helecho pintada del mismo color. Parecía que los que se bajaban de la furgoneta de lo que formaban parte era del "Equipo A".

La fiesta comenzó a continuación. Los once clubes asturianos estaban presentes con sus canteras para ejercitarse durante alrededor de una hora y media con algunos de los mejores jugadores del mundo. Allí estaba la Asociación Llanerense de rugby, los ovetenses Cowper y Real Oviedo, los gijoneses Grupo Covadonga, Gijón Rugby Club y La Calzada, el avilesino Belenos, el Pilier de Grado, el Navia Rugby Club, el Candás Rugby Club y Les Cuenques Rugby Club.

Otra de las cosas que quedaron patentes en San Lázaro es que en el rugby se fomenta el orden. Los quinientos niños que se dieron cita en el campo ovetense fueron capaces de contener sus nervios y de dividirse ordenadamente para echar un "tocata" junto a Keven Mealamu, Conrad Smith, Israel Dagg, Jordie Barrett y el exjugador (fue campeón en el primer Mundial de rugby, en 1987) Grant Fox.

Nadie quería que se le cayera un balón delante de semejantes entrenadores. Ellos, por su parte, lo pasaban en grande pasándose el oval con unos niños que los miraban con los ojos como platos. Preguntados por la experiencia, algunos de esos chavales apenas podían contener la emoción. A voz en grito lo explicaba Gonzalo Fernández, de 10 años, que juega en el equipo sub-12 del Real Oviedo: "Ha sido muy divertido ver entrenar a los 'All Blacks', hemos llorado mucho y les hemos aplaudido mucho". Uno de sus compañeros en el club ovetense, César Miranda Araujo, describía a los "All Blacks" como "un equipo de rugby muy famoso" y reconocía que este año ha empezado la temporada "con ganas de aprender más".

Un poco mayor que estos dos es Óscar Martínez, en su caso del Gijón Rugby Club, que describía la visita de estos fenómenos del balón oval como "un honor y, sobre todo, una pasada". En su caso, el rugby es la mejor forma de evadirse de todo lo demás: "Para mí el rugby es una forma de vida, es algo que cuando estás jugándolo te ayuda a liberarte de los temas de fuera, sólo piensas en jugar y en disfrutarlo".

Entre los entrenadores una de las ideas más extendidas era que este premio "Princesa de Asturias" de los Deportes que se le ha concedido a la selección de rugby de Nueva Zelanda es una gran oportunidad para el crecimiento de este deporte en la región y en todo el país. "Un antes y un después", coincidían en decir Eduardo Palacio, entrenador en el Gijón Rugby, y Felipe Blanco, en el Belenos. Para Palacio está visita va a ayudar a "dar visibilidad a este deporte, que es un gran desconocido en España".

Palacio considera que una de las lecciones más importantes que se llevaron los niños es la "humildad" de estos jugadores: "Son los mejores del mundo y aun así son gente muy humilde, que se comporta de manera natural con todos". Y puso un ejemplo: "Cuando acaban el entrenamiento ellos mismos limpian el vestuario". Felipe Blanco, por su parte, comparaba la visita de los "All Blacks" con la llegada de "los Reyes Magos". "Es increíble que estén aquí, que podamos disfrutar durante dos días de la presencia de los mejores del mundo tanto en el campo como fuera de él", decía el entrenador del equipo avilesino.

Ellos se llevarán a Nueva Zelanda una camiseta de la Federación Asturiana y un recuerdo de cada uno de los clubes de la región. Aquí dejaron a quinientos admiradores para toda la vida.