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Cumbres por doquier en el Reconquista

Felipe VI y el presidente de Caixabank, Jordi Gual Solé, hablaron de la situación de Cataluña en un encuentro discreto

Mariano Rajoy se dirige al estrado del teatro Campoamor, antes de la ceremonia, seguido de Javier Fernández y Matías Rodríguez Inciarte. IRMA COLLÍN

El hotel de la Reconquista de Oviedo fue ayer epicentro de minicumbres improvisadas y encuentros al más alto nivel con un denominador común, la inquietud que reina en el escenario político español y europeo por la crisis catalana. El azar quiso que la entrega de los premios Princesa de Asturias, con galardón incluido a la Unión Europea, coincidiera en el calendario con semanas convulsas por la amenaza secesionista de la Generalitat catalana.

La presencia de Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos, era esperada como agua de mayo después de que a los salones del Reconquista llegara el eco de la socialista Carmen Calvo de que habrá elecciones en Cataluña, en enero. Rivera confirmó ante los medios el anuncio, que "debía haber realizado Rajoy tras el Consejo de Ministros de este sábado". Apenas unos minutos después, el presidente de Ciudadanos era llevado por la directora de la fundación Princesa hasta las inmediaciones de la sala de audiencias donde se encontraba Felipe VI, con quien tuvo un rato de charla.

Las idas y venidas, escaleras arriba y abajo del Reconquista, se sucedían, casi tan rápido como los acontecimientos que marcan la crisis catalana, el mayor reto de la democracia española desde el golpe de Estado del 23-F. Bastante más discreto fue el encuentro que mantuvo el presidente de Caixabank, Jordi Gual Solé, en el que ambos analizaron y cambiaron impresiones sobre la compleja situación de Cataluña y sus repercusiones económicas.

El intercambio de pareceres entre Felipe VI y Gual Solé se produjo apenas unas horas después del boicot que los independentistas catalanes realizaron ayer Caixabank y al Sabadell, con la retirada de fondos, en los cajeros, convocada entre las ocho y las nueve de la mañana, en protesta por el traslado de las sedes de ambas entidades bancarias fuera de Cataluña. El contacto se produjo por la mañana en el hotel de La Reconquista, durante las recepciones de los monarcas a los miembros de los jurados y de los patronatos de la Fundación Princesa de Asturias. Caixabank, una entidad más que centenaria, trasladó su sede social y fiscal desde Barcelona a Valencia, y su mayor accionista, la FundaciónBancaria La Caixa, mudó su domicilio institucional a Mallorca para eludir los perjuicios de la incertidumbre política y financiera a causa de las tensiones secesionistas.

Mientras Mariano Rajoy estaba a punto de llegar al Reconquista, procedente de Bruselas, Albert Rivera tenía ocasión de compartir otra reunión con Antonio Tajani, el presidente del parlamento europeo, con Cataluña como tema principal y prácticamente monográfico de conversación. El presidente del Gobierno, pese a su apretada agenda, llegó con tiempo suficiente para verse también con Felipe VI antes de la ceremonia del Campoamor.

Por los salones del Reconquista también se dejó ver el eurodiputado ovetense Jonás Fernández, quien expresaba su temor de que los independentistas catalanes tengan el objetivo de cronificar el conflicto para ganar en presencia mediática, primer paso para ser considerados actores en el escenario internacional. Y en otro rincón del Reconquista se oía en un grupo, del que formaba parte Enrique Fernández Miranda, el parabien a la decisiones de Rajoy aunque con un pequeño porque podía haberse tomado antes.

Rajoy, que no tuvo ocasión de saludar a la presidenta de los populares asturianos, Mercedes Fernández, hasta que coincidió con ella en el patio de butacas del Campoamor, apenas fue visto en el Reconquista en el cóctel post ceremonia. No obstante, corría el rumor de que el Presidente del Gobierno aprovechaba esas últimas horas en Oviedo para una cena privada con los líderes de la Unión Europea. Hoy, en el Consejo de Ministros, tiene tarea por delante.

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