El director de escena Joan Antón Rechi (Andorra, 1968) pretende convertir el Teatro Campoamor en una botella de champán. Tan sólo un mes después de haber estrenado su "Trovatore" en la Ópera de Oviedo, el 12 de noviembre Rechi retorna con "L' elisir d' amore", para la que ha creado una atmósfera de ensoñación, casi mágica en algunos momentos, pero con un punto muy alocado. Echando la vista atrás, Rechi comenta que ambos títulos son totalmente contrarios. "Si en 'Il trovatore' la acción era muy estática, ahora en este 'Elisir' están pasando cosas continuamente en la escena", explica.

"El nuestro será un 'Elisir' sorprendente", asegura Rechi. Toda la acción se desarrolla en el transcurso de la boda de Giannetta, que se casa embarazada de nueve meses "potenciando de ese modo la hilaridad y las situaciones cómicas", añade. Con ello dice adiós a la estética rural y los aldeanos y sitúa todo el argumento en una gran fiesta. Como en "las comedias de circunstancias", tan famosas en el cine americano de los años 50 del pasado siglo. "Pensemos, por ejemplo en 'El guateque', de Blake Edwards", con ese punto de comedia salvaje y que tiene la fiesta como punto de partida.

"La sensación que queremos transmitir en esta ópera es la de estar dentro de una botella de champán, llena de burbujas por todos lados" asegura Rechi. Para ello, Alfons Flores ha diseñado un espacio realista, un salón de festejos, que se puede encontrar en cualquier sitio, y conforme transcurre la ópera se va convirtiendo en un espacio onírico, mucho más especial. "La idea que persigue es la de que, después de tres copitas de champán, la realidad te parece mucho mejor de lo que era en un principio", explica Rechi.

El Elixir, "ese líquido maravilloso que hace que la gente disfrute, se enamore y diga lo que siente" y también el amor son los dos elementos más importantes que vertebral esta obra, en opinión de Rechi. El amor es el gran protagonista de toda esta ópera, en su opinión. "Llegados a este punto, yo me preguntaba: ¿en qué condiciones se pueden dar ambos? y pensé que el alcohol podía ser la solución". Al fin y al cabo, el propio Doctor Dulcamara dice en el primer acto de esta ópera que se trata de "vino de Burdeos, no de elixir".

Para Rechi, las bodas están envueltas por un halo de buenas intenciones y buenos deseos, que tienen siempre el amor como protagonista indiscutible. "Ese día parece que todo es muy bonito, pero luego, según pasa el tiempo se va demostrando que las cosas no siempre son así", explica. En esta propuesta escénica de "L'elisir d'amore" las situaciones ya de por sí cómicas, están llevadas al extremo. Adina y Belcore aparecen esposados, incluso en los dos con Nemorino, en una especie de juego en el que Giannetta tiene parte de culpa. El baile es otro elemento que Rechi ha considerado importante destacar en esta producción, precisamente por la insistencia que sobre él se hace en el libreto y las posibilidades escénicas que comporta.

Es esta una de las operas cómicas de mayor aceptación por el público en todo el mundo. Para el director de escena, el gran atractivo de esta partitura está en su comicidad y en la versatilidad para adaptar la escena. "A mí siempre me ha apasionado trabajar esas situaciones cómicas, he trabajado mucho con la ópera bufa y es un género que me encanta siempre", comenta emocionado.

Esta producción cuenta con una larga lista de reposiciones desde su estreno hace cinco años en la ópera de Düsseldorf. Las claves para que se mantenga en repertorio este "Elisir", tras este tiempo es, en opinión de Joan Antón Rechi, además de su comicidad "su enorme atractivo visual". Reconoce que esta es la segunda producción que ha realizado sobre esta ópera, "algo bastante raro para un director de escena hoy día", la primera fue en 2004 para Heilderberg. Esta segunda vez buscaba algo diferente, argumenta, "cuando comparo las dos producciones de esta ópera veo un proceso de maduración de mí mismo como director de escena. En esta última las ideas están más desarrolladas; hay menos, pero de mayor calado".

Las más de 3.000 copas que cuelgan del techo guardan una estrecha relación con ese vino-elixir, y el resto de la decoración es minimalista, con unas mesas para 80 invitados al comienzo de la obra, que desaparecerán dejando espacio para la pista de baile. "Si la boda con una novia embarazada de nueve meses era cómica, ahora la parte del baile pretende ser una competición de bailes de salón, con las parejas vestidas por colores, como si de un concurso se tratase", explica Rechi. "La estética artificiosa de las competiciones de baile es algo que me fascina y que casaba muy bien con la idea de llevar todo al extremo, que mencionaba antes". La irrupción del elixir en la ópera traerá una gama de colores mucho más amplia, más llamativos, renunciando al blanco y negro del comienzo, "subrayando también el punto de desinhibición que queríamos darle".

Los protagonistas que Rechi piensa para este "Elisir" son una Adina, que interpretará Beatriz Díaz, que reniega en un principio del amor, pero que en lo más hondo de su ser lo espera. Al contrario que Nemorino, enamorado locamente de ella desde el comienzo, sin ningún atisbo de malicia; una persona inocente que se cree todo, sin haber conocido del mundo más que el pueblo donde vive. Especial interés tiene Giannetta, con recorrido actoral más amplio, siempre bajo la máxima personal de Joan Anton Rechi, que pretende engrandecer a los personajes secundarios.