"Cuando uno recibe el alta del cáncer, muchas veces quedan secuelas que no quedan atendidas de la manera que deben ser atendidas. Ésa es una experiencia que se puede compartir con personas que están pasando por esa situación". Esa es, en palabras de Juan Ramón Lucas, una de las motivaciones iniciales que le llevó a emprender, a iniciativa de la Fundación Sandra Ibarra de solidaridad frente al cáncer, el libro "Diario de vida". Un volumen en el que el periodista asturiano reúne el testimonio de 27 supervivientes de la enfermedad, y que supone al tiempo la primera piedra en un proyecto más ambicioso: crear una escuela de supervivientes del cáncer.
"No existe un registro de personas que hayan sobrevivido a la enfermedad, y lo necesitamos. Nosotros estamos buscando supervivientes para crear una escuela de supervivientes, para que aquellas personas que hayan padecido esta enfermedad tengan un foro en el que contar su historia, en el que intercambien sus experiencias. El libro es el primer paso, pero también invitamos a las personas que han sobrevivido a la enfermedad a que se pongan en contacto con nosotros para compartir su historia", explica Lucas, en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA.
De los testimonios recogidos en el libro, Lucas destaca la cercanía de las personas, su cotidianidad y, al tiempo, su reacción ante la enfermedad. "La mayoría de las personas, como cualquiera que haya pasado por la enfermedad, no tienen nada de extraordinarias. Son gente normal. Y al tiempo, son extraordinarias. Las suyas son, para cualquiera, magníficas historias de superación, de amor a la vida y de apuesta por la vida", reflexiona.
Hablando de los casos que recoge en "Diario de vida", Lucas revela que muchas de las historias llegaron a conmoverle, y aprecia en su diversidad, en la variedad de tipos humanos que reúne, un relato oculto que habla de cómo el cáncer puede golpear a cualquiera, en cualquier momento. Desde Cristina Inés Gil, una barcelonesa de 29 años a la que le detectaron un carcinoma cuatro meses después de que se lo diagnosticasen a su bebé, hasta Alfredo Arán, directivo de una compañía aseguradora de 56 años que sobrevivió a un linfoma de Hodgkin, pasando por Patricia Choya, estudiante vallisoletana de 21 años que superó un sarcoma de Ewing en su adolescencia.
"Hay médicos, artistas, aventureros... Se puede extraer una reflexión sobre el poder igualatorio de la enfermedad. Pero esto es sólo el comienzo de ese recorrido de la escuela de supervivientes, y del interés de la Fundación Sandra Ibarra por señalar la realidad de que en España hay más de un millón y medio de supervivientes del cáncer. Y esa cifra irá a más", sostiene Lucas, que adelanta que el volumen se presentará en Asturias en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA el próximo 5 de diciembre, a las 20.00 horas.
Un colectivo que encontrará en este volumen, y en un futuro próximo en ese foro que está implantando la fundación, una guía, una orientación, para afrontar la enfermedad y superarla. "Es importante que compartan su historia, que expliquen las necesidades concretas que han tenido por las enfermedades que han pasado. Que es algo que los supervivientes quieren hacer, todos muestran buena disposición. Porque saben que, cuando sobrevives a la enfermedad, quedan secuelas, y no hay por qué hurtar la posibilidad de compartirlas e incluso hasta de superarlas", concluye Lucas.
