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SAMU FUENTES | Director y guionista, presentó ayer "Bajo la piel de lobo"

"Mario Casas, Irene Escolar y Ruth Díaz han sido muy valientes ante el reto de mi película"

"El lugar natural para estrenar 'Bajo la piel de lobo' era Gijón, pero Cienfuegos peleó para incluirla en la sección oficial de Sevilla"

Samu Fuentes, ayer, en Gijón. MARCOS LEÓN

Mil personas llenaron ayer el teatro de la Laboral para ver "Bajo la piel de lobo", primera película del director asturiano Samu Fuentes (Noreña, 1972). Una gran curiosidad por ver esta cinta, con tantos mimbres asturianos, que el Festival de Gijón ha programado dentro de su sección "Esbilla". El cineasta, que estrenó su obra en el reciente certamen que acoge Sevilla, se ha rodeado para su primer largometraje de un elenco de figuras: Mario Casas, Irene Escolar o Ruth Díaz.

-¿Qué hay bajo la piel de ese lobo?

-La película cuenta precisamente eso. El personaje que hace Mario Casas, un lobo solitario apartado de la manada -la gente de la manada que vive en el valle-, descubre su parte humana: los sentimientos. No tiene nada que ver con la expresión en boga de "lobo solitario". Parto de la imagen icónica del ser humano apartado por otros.

-¿Cuál fue el origen de la película?

-Parte de la idea de hacer un documental por la zona de Ponga, al conocer la historia de un hombre al que se le muere su mujer y queda durante mucho tiempo atrapado, con el cadáver de ésta, por una gran nevada. Luego, pensé en el poder dramático del suceso. Al final, fue una película.

-¿Por qué optó por las localizaciones asturianas?

-Se plantearon otras alternativas, pero Asturias ofrecía muchas posibilidades: una cueva grande, molinos en funcionamiento, una capilla con un tejo? Todo eso lo encontramos.

-Martinón, el alimañero, y el paisaje funcionan como una metáfora. ¿Qué ha querido transmitir?

-Hay una contraposición entre lo que entendemos por salvaje y por civilizado. Y habla de cómo lo que entendemos por civilizado es, a veces, más salvaje que una persona aislada en la montaña, en un entorno hostil. Y he querido contar, precisamente, qué hay bajo la piel de ese lobo. Habla también de la soledad, de sentimientos.

-¿El alimañero es un resistente?

-Totalmente. Es un oficio penado, aunque hay todavía alimañeros. Hay quien lo hace por cazar, y otros por defender al ganado. Lo vemos en Asturias. Yo comprendo a las dos partes, y más después de convivir con ellos al preparar el rodaje junto a Mario Casas. El día que llegamos, el lobo había matado tres ovejas y podías ver el sufrimiento en los ojos del pastor. Y el lobo, que es un animal que me atrae muchísimo, está aquí desde siempre. La convivencia es difícil.

-Toda esa problemática es quizás más fácil de entender por un cineasta asturiano?

-Aquí tenemos una naturaleza en estado salvaje. Lo pastores con los que fuimos a trabajar el personaje que hace Mario (Casas) viven solos once meses al año, pero sus rostros transmiten felicidad. Ves nobleza y verdad en la mirada.

-¿La documentación le llevó mucho tiempo?

-La película tiene una parte antropológica muy importante. Queríamos que los personajes supieran hacer velas de sebo o a despellejar pieles. Llevó tiempo, pero buscamos buenos instructores, libros, fotos, documentales... Todo eso ha dado mucha verdad a la película.

-Ha contado con un reparto de lujo: Mario Casas, Irene Escolar, Ruth Díaz. ¿Difícil manejar un elenco así en un primer largometraje?

-Parece impensable, pero siempre hay que tirar la caña, apuntar alto y ver si pescas. Pasaron varios actores por el "casting", con algunas opciones. Irene aceptó el papel en dos días, después de leer el guión, y Mario en tres. Sólo Ruth tardó un poco más. Les gustó mucho el guión, aunque era un riesgo interpretar personajes que hablan muy poco pero que deben transmitir muchos sentimientos. Fue un reto que aceptaron de manera muy valiente.

- ¿El trabajo con Mario Casas fue difícil? ¿Cómo plantearon la colaboración?

-No. Fue fácil, en general, con los tres. Apenas hicimos ensayos: yo quería un rodaje muy fresco. Lo que hicimos fue hablar mucho; intenté transmitir lo que quería de los personajes. Hablamos a fondo, porque ellos defendían a muerte cómo creían que debían afrontar el papel. Durante el rodaje hubo momentos en los que incluso replanteamos algunas cuestiones.

- ¿Fue un rodaje duro?

-Físicamente, menos de lo que pensábamos inicialmente. Hubo nieve, mucho frío y viento. En ese aspecto, sí fue duro. Pero aprendí mucho de ese rodaje y también disfruté. Era algo en lo que me habían insistido algunos directores amigos, que disfrutase del rodaje de mi primer largometraje. He tenido un equipo técnico muy bueno, igual o más que el artístico. Eso me dio tranquilidad. Hicimos mucha piña entre todos.

- Decidió estrenar "Bajo la piel de lobo" en Sevilla y no en Gijón. ¿Por qué la capital andaluza?

-Al estar al frente del Festival de Sevilla (José Luis) Cienfuegos hay un vínculo importante con Asturias. Es un festival que está subiendo muchísimo; es increíble. Está claro que el sitio natural para el estreno era Gijón y nos hubiera gustado; de hecho hubiéramos tenido mayor presencia en el festival gijonés con la renuncia a ir al de Sevilla, pero Cienfuegos peleó muchísimo para que la película estuviera en la sección oficial.

- Se dice que estamos en un año extraordinario del cine asturiano. ¿Comparte ese juicio?

-Sí, la verdad. Son grandes coincidencias: las películas de Yayo Herrero, Sergio (G. Sánchez) y la mía; y, además, están a punto las de Luis Trapiello y Julio Lafuente. Son cinco primeras películas. Más la de (Ramón Lluís) Bande, que tiene más tablas. Son cinco óperas primas de las que cuatro están rodadas en Asturias. Ojalá sea una base. Espero que la Film Commission y Cinemateca puedan ayudar.

-¿Los incentivos regionales son suficientes? En el encuentro de cineastas asturianos, con motivo del festival, se escuchó alguna crítica.

-Hay convocatorias para cine documental y de ficción. Nosotros tuvimos a la OSPA, que es un dineral. Pero hay que aclarar que la Film Commission está para lograr rodajes, y Laboral Cinemateca, para traer cine o cursos. No hay que distorsionar. Se puede exigir a Cultura, directamente. Antes, en Gijón , había una ayuda de unos 250.000 euros. Un rodaje deja mucho dinero. La inversión tiene un retorno.

-¿Qué le parece la nueva etapa del Festival de Gijón?

-Muy bien. Se palpa que la gente está ilusionada. Se ha juntado todo. Había miedo con el cambio de sede a los Yelmo, que se ha solucionado bien porque se habla de que puede haber récord de espectadores. La idea de las jornadas de la industria es muy acertada, así que "chapeau".

-¿Qué proyectos tiene entre manos?

-Tengo tres proyectos: uno loe he presentado a los productores de "Bajo la piel..."; otro que sería una comedia juvenil, ambientada en la Asturias de los ochenta, autobiográfica; y otro más, que tengo menos trabajado, está relacionado con un trabajo anterior, el del centro de menores Miraflores. Trabajo con los tres guiones. Siempre que pueda, intentaré rodar en Asturias.

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