Los accesorios no son meros acompañantes de las prendas, y menos si se trata de creaciones de Yves Saint Laurent. El modisto elevó los complementos a la categoría de amuletos y los convirtió en símbolo de sus pasiones y creaciones, recopiladas ahora en el tomo "Yves Saint Laurent Accessories".

"Uno nunca puede exagerar la importancia de los accesorios. Son lo que convierte un vestido en algo más." Esta frase de Yves Saint Laurent en 1977 evoca las piezas que ahora protagonizan el libro "Yves Saint Laurent Accessories" (Phaidon), publicado en inglés, que recuerda que los complementos "no tienen nada de accesorio".

Collares, guantes, tocados, botones, pendientes, cinturones. Un sinfín de detalles concentran el universo creativo de Saint Laurent, desmenuzado en capítulos que se corresponden con los motivos e inspiraciones más recurrentes del modisto, desde los corazones y las mariposas hasta la feminidad africana.

Símbolos que marcaron los orígenes de la casa francesa y acercan al lector a la figura de Yves Mathieu-Saint Laurent (Orán, 1936 - París, 2008), en capítulos como "Motivos híbridos y amuletos de la buena suerte", que comienza con una nota manuscrita por el modisto donde enumera sus propios amuletos.

Lilas -sus flores favoritas-, sus lápices de dibujo, una fotografía de Moujic -su perro- o la novela "En busca del tiempo perdido" de Proust son algunos de los enseres que figuran en la lista. Uno de los muchos documentos gráficos que enriquecen el libro, totalmente tintado en azul royal, incluidos los cantos de las hojas y las cubiertas, simulando un joyero de madera.

Y es que el tomo, más que una lectura, está pensado para conquistar la vista del lector. Fotografías donde un joven Saint Laurent comparte protagonismo -y sofá- con su madre: Lucienne Andrée Saint-Laurent, quien marcó profundamente el sentido de la estética del diseñador en su más tierna infancia.

"Aún puedo ver a mi madre a punto de ir a un baile, viniendo a darme un beso de buenas noches, con un vestido largo de tul blanco cubierto de lentejuelas en forma de perlas", contaba el creador, rememorando su niñez en la Argelia francesa. Una escena onírica que resume el imaginario neo-romántico del modisto.

Entre las páginas también aparece Pierre Bergé, expareja de Saint Laurent, fallecido en septiembre de este año y figura imprescindible en la construcción de la casa YSL. Aunque su importancia se desdibuja en el tomo, centrado en las influencias artísticas del creador más que en la evolución económica de la "maison".

El autor, el escritor francés y coleccionista Patrick Mauriès, repasa con esmero y mimo el legado del que fue becario de Dior, enriqueciendo su visión de crítico con declaraciones del propio creador.

"Como a Scott Fitzgerald, me gusta lo frenético y decadente", dijo Saint Laurent en una ocasión, una frase que define a la perfección el romanticismo antiguo de sus diseños, inspirados en los felices años de entreguerras, lo que explica su gusto por materiales como el oro, que empleaba de manera casi mística.

"Veo a las mujeres como objetos de adoración, no solo en el sentido religioso de la palabra, sino como ídolos que cubrir con oro y ofrendas", explicaba el modisto quien, por otro lado, no ocultaba su gusto por la bisutería.

El libro cierra con un repaso a sus colecciones de otoño-invierno de los años 1976, 1979 y 1988, que Mauriès considera un fiel reflejo de la evolución de las joyas de Saint Laurent.

La muerte de Yves Saint Laurent en 2008 coincidió, de manera casi profética, con el declive de la alta costura, que acabó por sucumbir a los cambios sociales, económicos y de estilo. De aquella Haute Couture original queda su recuerdo, rodeado del mismo romanticismo que aún impregna la obra de Saint Laurent.