Si los líderes de Irlanda del Norte fueron capaces de hablar y solucionar un conflicto enquistado durante años, "cualquiera puede" hacerlo, también los implicados en el tema catalán, ha considerado el actor británico Timothy Spall, que da vida al reverendo Ian Paisley en la película "El viaje".

El comentario del aclamado actor británico, ganador de decenas de premios por su papel en "Mr. Turner" sobre la vida el paisajista inglés, responde a su colega y coprotagonista de la cinta Colm Meany, que interpreta a Martin McGuinness, sobre sus diferentes puntos de vista sobre lo ocurrido en España en los últimos meses y el espejo histórico que Meany opina que ofrece la película.

Los actores hablan con Efe en Madrid, a donde se desplazaron hace unos días para apoyar el estreno de la película el próximo viernes en las salas españolas.

"Normalmente sigo muy de cerca los acontecimientos en España y no entiendo por qué Mariano Rajoy no permitió un referéndum cuando lo pidieron los catalanes el año pasado", ha dicho el actor irlandés, reconocido simpatizante del Sinn Fein.

"Es que igual hubiesen ganado, y Cataluña hubiera permanecido en España -aclara-; así todo se hubiese arreglado. Me parece a mi que la actitud de Madrid ha provocado esa situación", dispara Meany.

Su colega británico reconoce que le resulta difícil tener una opinión al respecto, aunque entiende la dificultad para el diálogo, sabe que "hay discordia y debate en Cataluña, y personas en la cárcel" y que, en breve, habrá unas elecciones autonómicas.

"Pero ya digo que si estos dos pudieron hablar, cualquiera puede hacerlo. Estamos hablando de treinta años de desacuerdos, de animosidad y de amargura en Irlanda. Al menos, en Cataluña, no hay un problema religioso", comenta Spall.

En su opinión, esta película muestra "en hora y media cómo se pudo resolver eso", anima Spall, impecable en su recreación del octogenario Paisley, también físicamente.

"El viaje" es una invención del director británico Nick Hamm de cómo pudo ocurrir el "milagroso" encuentro entre los líderes de Irlanda del Norte que dio lugar al acuerdo que acabó con el histórico conflicto armado que mantenía enfrentada a la población, basada en datos periodísticos y referencias históricas de aquel momento.

Cuenta Hamm, también director y productor de teatro nacido en Irlanda del Norte, que en su país existía un acuerdo según el cual si dos políticos de facciones opuestas tenían que viajar durante los procesos de acercamientos de paz tenían que hacerlo juntos para mayor seguridad.

Con ese motivo, el reverendo Paisley, líder del Partido Unionista Democrático (DUP), conocido como "Doctor No" por sus continuas negativas a negociar con el Ejército Republicano Irlandés (IRA), y el comandante McGuinness, líder del IRA, coincidieron en 2006 en un viaje por carretera que les mantuvo varias horas sentados uno frente a otro. Y así arranca la historia de "El viaje".

En la película, tanto el presidente Tony Blair (Toby Stephens), como los equipos negociadores de ambos bandos, encabezados por un personaje de ficción al que da vida John Hurt, ven en ese viaje una ocasión de oro para intentar que los acérrimos enemigos inicien un diálogo. Y deciden "ayudarles" un poco.

"Yo no creí nunca que esto fuera a pasar, pensé que Paisley sería un muro impenetrable y cuando hubo ese movimiento me inhibí; llevaba años viendo el conflicto enquistado y ya no podía más. Pero un día vi a Paisley riéndose en el Parlamento de Irlanda del Norte. No entendía qué había pasado", explica Spall.

"Lo explica John Hurt al principio de la película", apunta Meaney: "Esta vez puede funcionar porque estos tipos han llegado a una edad en la que no sé si por madurez, por 'iluminación' o cansancio, podrían lograrlo".

Los actores, que conversan con Efe como si siguieran en la parte de atrás del coche que les lleva al aeropuerto de Edimburgo en la cinta, coinciden en que fue "un trayecto incómodo" en el que ambos hicieron lo impensable: se conjuraron para traicionar a sus seguidores.

Hamm termina la película con imágenes documentales de los dos políticos, ya fallecidos, en sus años de mayor complicidad y sentido del humor; tanto, que se les acabó conociendo como "los hermanos Risitas". Y eso no fue ficción.