Cuando habla, Javier Almuzara engarza las frases, como si todo su discurso fuera un gran poema en prosa. Pero a la vez es el suyo un decir adelgazado, un relato del que excluye lugares comunes y frases barrocas. Siempre en busca de un sincretismo entre la lírica y la concisión. Algo que se refleja también en su poesía, que ha ido avanzando hacia una rotunda brevedad.

Así sucede, de hecho, en su nuevo poemario: "A la de 3". Una selección de 125 haikus (uno más contando la dedicatoria, también en forma de poema) que edita Renacimiento y que el autor presenta esta tarde, a partir de las 19.00 horas, en la biblioteca pública Pérez de Ayala de Oviedo, donde le acompañará la poeta Ángeles Carbajal.

"Es una vuelta a los orígenes y, al tiempo, una vuelta de tuerca. Un camino hacia la brevedad. Hay que seguir puliendo, enriqueciendo, el discurso", sostiene Almuzara, en conversación con LA NUEVA ESPAÑA. El autor se refiere a la conexión de este volumen con "El sueño de una sombra", el cuaderno con el que comenzó, allá por 1990, su producción poética. Un volumen que contenía una selección de 19 tankas, composiciones de origen japonés cuya métrica, en cinco versos, es similar en los tres primeros a la de los haikus, añadiendo después dos heptasílabos.

"Mi poesía anterior, incluso aquella con métrica de haiku, era más occidental, llevaba el estilo a mi terreno. Arrimaba el agua a mi molino", reconoce Almuzara, que considera que en estos poemas hay una evolución, acaso una mayor reflexión, aunque sin perder su toque personal: "He pretendido hacer un libro de poemas en forma de haikus, pero respetando fielmente la estructura y el sentido de esta poesía. Hay lectores específicos de haikus, un gremio muy particular al que espero no decepcionar".

Pero a partir de esta condición común, Almuzara explora en "A la de 3" los límites entre la poesía y el relato, juega con la naturaleza de los versos y busca, siempre, el asombro del lector. Algunos de sus haikus son auténticos microrrelatos, como aquel que dice: "Buzón vacío. / Y el corazón, que sigue / sin descartarlo". Otros son juegos, en los que busca la complicidad del lector, como este: "Si las banderas / no se las lleva el viento / es por el palo". O este: "Babean, mueven / el rabo alegres, ladran: / adolescentes".

"Son poemas que buscan una pequeña revelación, una sugerencia revelada de manera poética, un estímulo, una llamada de atención", afirma Almuzara. También una sonrisa, la punta de una reflexión, unos ojos abiertos de norte a sur. "Si logro generar en el lector un pequeño asombro, con eso, ya me conformo", concluye Almuzara.