La Real Filharmonía de Galicia, dirigida por Lars Vogt, ofreció anoche un excelente concierto en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Un recinto que apenas rozó la media entrada pese al prestigio de la formación gallega, muy conocida por su cultivo de la música del clasicismo. Vogt dirigió a la formación desde el piano, lo que tiene sus pros y sus contras. Ventaja evidente, esta posición le permite controlar todo lo que pasa en la orquesta. Tras comenzar con un correcto "Concierto para piano nº. 2" de Beethoven", la orquesta mejoró prestaciones con sendas interpretaciones, muy "clásicas", de Prokofiev y Stravinski. De sonido aterciopelado, por sus consistencia y suavidad, la orquesta acometió luego otra pieza de Beethoven, el "Concierto para piano nº. 3", con resultados más brillantes, antes de cerrar el concierto con un "Nocturno" de Chopin en el que emergió el Vogt pianista.