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Los Grecos "asturianos" iban a ser para Hitler

Franco pretendía enviar a Alemania el Apostolado del Bellas Artes

Los Grecos "asturianos" iban a ser para Hitler

El Apostolado del Greco que se custodia en el Museo de Bellas Artes de Asturias pudo haber acabado en la Alemania nazi. El Gobierno franquista estudió en 1941 la idea de entregar a los alemanes esta serie y un lienzo de Francisco de Goya, el "Retrato de la marquesa de Santa Cruz", a cambio de su colaboración para que retornase a España el Patio de la Infanta, un conjunto arquitectónico de mediados del siglo XVI que se conservaba en la Francia ocupada, en manos de una familia de anticuarios judíos, tras haber salido de España en 1903.

La peripecia la revela Arturo Colorado Castellary, catedrático de Historia y Análisis del Arte Visual de la Universidad Complutense de Madrid, en su libro "Arte, revancha y propaganda. La instrumentalización franquista del patrimonio durante la Segunda Guerra Mundial", de reciente publicación. Un volumen en el que el investigador exhuma documentación inédita que constata cómo las autoridades franquistas usaban el patrimonio artístico con objetivos propagandísticos y como moneda de cambio para lograr objetivos políticos.

"El objetivo de Hitler era crear un gran museo, y los franquistas saben que lo que más le gusta a Hitler es precisamente el arte. Era un pintor fracaso, era su frustración y su obsesión, siempre que el arte sea clásico. Porque de la modernidad, el señor Hitler sabía muy poco: lo desprecia, de hecho, como 'arte degenerado'. Pero Goya y el Greco no le planteaban problemas estilísticos", explica Arturo Colorado Castellary.

La recuperación del Patio de la Infanta empieza a interesar a las autoridades franquistas en plena Guerra Civil. En junio de 1938 el alcalde de Zaragoza, Antonio Parellada, escribe al ministro de Educación Nacional, Pedro Sainz, para alertarle de que el conjunto había salido a la venta en París.

No será hasta dos años después que el Ministerio de Asuntos Exteriores retome el tema. En concreto, el asunto se reactiva con la llegada al Ministerio de Ramón Serrano Suñer, el popular "cuñadísimo", en octubre de 1940. En ese momento, la recuperación del patrimonio que había salido de España durante la Guerra Civil era usado como arma propagandística por los sublevados. "Lo que se ocultaba a la opinión pública es que la recuperación de esas obras se lograba a cambio de determinadas contrapartidas, por lo general otras obras de arte. Se presentaba el hecho como una restitución, pero se ocultaba el intercambio, como también los regalos que se hacían a los jerarcas nazis", sostiene Colorado Castellary. Ante el interés por recuperar el Patio de la Infanta, las autoridades franquistas estudian, ya en marzo de 1941, dos posibles vías. La primera era abonar una cantidad económica a los propietarios franceses, aprovechando que el estado franquista disponía de siete millones de francos franceses con los que el banquero catalanista Nicolau d'Olwer había comprado su libertad tras ser detenido en Francia. La segunda, reclamar a los nazis que arrebatasen el Patio a sus propietarios judíos y cambiárselo por el Apostolado del Greco, que era posesión del marqués de San Feliz, y el cuadro de Goya, que pertenecía a la familia Santa Cruz.

"No les importaban los orígenes de las obras, ni que fueran propiedad de organismos públicos o de particulares. El franquismo disponía del patrimonio como si fuera una finca privada. Así no es extraño que salieran de España cuadros de Zuloaga o Velázquez para intercambiar con Francia, o que dos esculturas de la catedral de Santiago acabaran en manos de Franco. Era esa idea de 'España es mía, y me quedo con dos esculturas del Maestro Mateo", argumenta Colorado Castellary.

Esa segunda propuesta, la de entregar a los nazis el Apostolado del Greco y el cuadro de Goya a cambio del Patio de la Infanta, se atribuía a José María Sert, un muralista que colaboraba con el Gobierno en la recuperación de obras de arte expoliadas. Aunque Colorado Castellary plantea la duda de si la idea partía realmente del pintor o si se trataba de una falsa atribución de los elementos "germanófilos" del Gobierno -en concreto, Serrano Suñer, Enrique Varela (marqués de Auñón) y Félix Vejarano- para propiciar el regalo de las obras a sus aliados sin sufrir por ello desgaste personal.

Sea como fuere, el canje nunca llegó a realizarse. El Patio de la Infanta retornaría a España en 1957, tras ser adquirido en París por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, y hoy se conserva en Zaragoza. El Apostolado del Greco, por su parte, siguió en manos de la familia del marqués de San Feliz hasta 2002, año en que fue adquirido por Aceralia para retornarlo a Asturias como pago por el impuesto de sociedades.

En cambio, el "Retrato de la marquesa de Santa Cruz" vivió una extraña peripecia. En los meses siguientes salió de España, en circunstancias no aclaradas, y permaneció en paradero desconocido hasta 1986, año en el que reapareció en Londres. Hoy en día forma parte de la colección del Museo del Prado.

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