El viaje parte del éxito. De un éxito material y vacío que no satisface a Michael Burton Junior, un "arquetipo de hombre moderno cuyo éxito se mide en los logros materiales". Un triunfador de Wall Street que necesita encontrarse consigo mismo para descubrir el sentido de su vida y emprende un viaje iniciático en el que "está dispuesto a hacer todo lo que más odia para encontrar detrás de sus miedos, detrás de sus profundos deseos (Eros y Tanatos) un cambio interior". La mirada del artista, José Luis Serzo (Albacete, 1977) pone a voz al relato que forman las obras que desde ayer se exponen en la galería Gema Llamazares bajo el título de "Morfología del encuentro". La inauguración despertó una notable expectación de asistentes atraídos por la reputación del joven artista, reconocido como uno de los mejores exponentes de la figuración española actual.

La galerista, Gema Llamazares, defiende su apuesta por este autor (que se remonta a la feria Drawing Room, de Madrid) al que define como "versátil, capaz de manejar cualquier soporte como el vídeo, el dibujo, el óleo y el acrílico". En la muestra son varios los soportes de los que se vale el autor para hilvanar su relato, que deja registro de "una creatividad torrencial", según detalla la galerista gijonesa sobre Serzo, que estrena así su primera exposición monográfica en Asturias.

Es el propio creador quien guía el recorrido por la exposición, en el que se acompaña el viaje iniciático del protagonista que "está dispuesto a irse al polo norte, que es lo que más odia, y a aceptar que se ha convertido en un prototipo de cerdo capitalista, una autoparodia que se hace a sí mismo".

Es, ante todo, una ruta de contrastes, de simbolismo, de figuración, en la que conviven, además de múltiples soportes, figuras alegóricas, mitológica y a la vez reales. El recorrido está "cargado de referencias de la historia del arte, del cine, de la literatura", explica el autor que confiesa haber deslizado "un guiño a una historia mía anterior que era 'El hombre cometa', donde mi alter-ego era un aviador".

El viaje de Michael Burton, representado como un cerdo en muchas de las obras, es "un canto al cambio hacia un humanismo que es urgente y necesario y que conlleva esa parte tan importante de nuestra vida que es la amistad y el amor verdadero". Serzo anuncia que no hay un final claro y que seguramente tendrá continuidad porque le han quedado cosas por contar. "En casi todas mis obras se concentra la esencia de la historia y trato también de que funcionen independientemente", resume.

Tan importantes como el protagonista, son los secundarios. James Schoendorff, gran amigo y apoyo de Michael Burton, y la presencia femenina a través de valkirias, de mujeres guerreras y reivindicativas que abarcan hasta las actuales miembros de Femen. "Las revoluciones sociales conllevan revoluciones internas del individuo y al revés, cuando despierta el individuo promueve un cambio social", sostiene el autor para dejar entrever el calado último de la obra que "es también una historia de amistad".

Uno de los elementos narrativos más sorprendentes son los icebergs en los que el protagonista "se encuentra a sí mismo" y que, según explica son "un autorretrato de cualquiera de nosotros y que son también un edificio que mezcla lo orgánico y lo racional, con su parte simbólica y su parte física". Es un choque continuo entre polos opuestos.