Morder o ser mordido. En un apocalipsis plagado de muertos vivientes, son pocas las opciones que tienen aquellos humanos que han logrado sobrevivir y que todavía no han sucumbido a la locura ni se han convertido en el plato principal de un zombi en descomposición. Si algo han enseñado todos los filmes que se han realizado de este género es que la clave para seguir vivo es moverse rápido, viajar ligero y no dudar en usar el arma que se tenga a mano cuando la situación lo requiera. La tendencia natural de los supervivientes es unirse en grupos y encontrar un lugar seguro para restablecer una comunidad como en los días previos a la catástrofe. Un esquema que ha seguido al pie de la letra la serie "The Walking Dead" desde su estreno en 2010, pero que después de ocho temporadas se ha vuelto un viaje tedioso, cuyos últimos episodios han quedado atrapados en un bucle de carreras hacia ninguna parte.
El pasado 25 de febrero la serie volvió del parón habitual que sufre a final de año con el noveno capítulo de la octava temporada. Un regreso marcado por la muerte de uno de los protagonistas que no gustó nada al público, sobre todo, habiendo tantos personajes "asesinables" en nómina. Este rechazo propició que el capítulo 10 (emitido el 4 de marzo) tuviese los datos de audiencia más bajos de la serie (bastantes malos ya de por si en el último año) desde 2010 en Estados Unidos, con 6,8 millones de espectadores.
Motivos para explicar esta caída hay de sobra. En primer lugar, desde la llegada del villano Negan, interpretado por un sobresaliente Jeffrey Dean Morgan, la ficción se estancó en una pelea constante donde la balanza se torcía a favor de un bando u otro cada dos episodios. Desde la cruenta muerte de Abraham y Glenn a manos de Negan (estamos hablando de octubre de 2016) los guionistas no supieron gestionar bien el conflicto con este villano.
La esperada batalla final entre Rick ( Andrew Lincoln) y el resto de supervivientes con su némesis se ha traducido en unas constantes idas y venidas que no han hecho otra cosa que volver loco a un espectador hastiado de una trama que no termina de avanzar. Lo interesante es que la serie arriesga en el montaje con capítulos que van desde el uso de flashbacks o extrañas visiones del futuro hasta un formato más tarantiniano como el del episodio "Los perdidos y los saqueadores", dividido en diferentes partes tituladas por los nombres de sus protagonistas. Lo que sí parece claro es que el problema no reside en la trama apocalíptica de zombis, dado que el cómic original en el que se basa la adaptación televisiva, con 175 números publicados hasta la fecha, continúa con su tirada regular y en plena forma.
Rick o Negan, ya da igual. La muerte de uno de los dos sacará a la serie de esta espiral tediosa y dará paso a un horizonte donde todavía quedan muchas historias por contar. Eso si no se cancela antes...
