La de Stephen Hawking con Asturias es una historia de amor en dos actos. El primero se desarrolló en el otoño de 1989, cuando el astrofísico acudió por vez primera a la región para recoger el premio "Príncipe de Asturias" de la Concordia. "Ya entonces", afirma Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias, "nos había deslumbrado con sus investigaciones, con sus conclusiones acerca de algunas de las cuestiones más intrincadas sobre astrofísica. Y, sobre todo, había intentado -y lo hizo hasta el final de sus días- que todos comprendiéramos lo importante que es ahondar cada vez más en el conocimiento, saber cada vez más del Universo y de sus claves para preservar nuestro mundo". Unos valores que reivindicó, ya entonces, el jurado del galardón, que destacó "el ejemplo de su respuesta a las dificultades que la adversidad puede oponer a la condición humana, contribuyendo así a la lucha en favor del progreso y contra la ignorancia".

Con su gesto haciendo girar la silla, como muestra de alegría, a la entrada del Teatro Campoamor, conquistó a los ovetenses. "Hawking era un hombre sabio, con una curiosidad extraordinaria y ha sido un ejemplo de la fortaleza de la mente humana, de nuestras capacidades intelectuales, de cómo la voluntad y el ansia de saber vencen las mayores obstáculos. Era un símbolo de superación y de inteligencia y un científico imprescindible al que tenemos que seguir escuchando con la seguridad de que su única ambición era construir para todos, y entre todos, un mundo mejor", añade Sanjurjo.

"Llamó la atención por ser un grande de la ciencia y por su humildad. No podía hablar pero lo observaba todo. Quiso dar un paseo por Oviedo y su mujer (Jane Wilde) nos transmitió que la había parecido maravilloso, una ciudad limpia", recuerda Graciano García, director emérito de la Fundación. Hawking no dudó en regresar 16 años después, ya con su segunda esposa, Elaine Mason, para inaugurar los actos del 25 aniversario de los premios. "El discurso en el teatro Campoamor fue un espectáculo de emoción y altura científica. Para mí fue el premio más importante que dio la Fundación y él uno de los más importantes científicos de la historia de la humanidad", sostiene García.

Durante esta segunda estancia, Hawking visitó Oviedo y Gijón, se reunió con los alumnos de la Universidad y presentó mundialmente su "Brevísima historia del tiempo". Al abandonar Asturias, se declaró "enamorado" de una región que, a su vez, quiso honrar su figura dándole su nombre a un centro de referencia estatal para personas con graves discapacidades neurológicas, localizado en Langreo. Ese centro, el "Stephen Hawking", se prevé que abra sus puertas este mismo año.