Las puertas a esas estancias "que no se suelen mostrar en una visita ordinaria" del Muséu del Pueblu d'Asturies se abrieron este fin de semana, de forma especial y exclusiva, con motivo de laSemana Santa. Y dejaron al descubierto miles de tesoros. A fin de cuentas, las colecciones expuestas en el complejo museístico "no son más que la punta del iceberg de todos los archivos y objetos del museo", como bien explica el educador del museo, Luis Alberto Fernández

Tras las casonas de los González de la Vega y los Valdés se encuentra el último de los edificios en formar parte del complejo museístico, finalizado hace apenas dos años. Un edificio sobrio, práctico, premeditadamente realizado para no competir con el resto de edificaciones del museo. En él, se encuentran las oficinas y el archivo. Nada más entrar, se nota el cambio de temperatura. Un microclima de 20 grados centígrados -más, menos dos- y alrededor de un 60% de humedad protegen las reliquias del museo. Imposible calcular cuántas son.

A los millones de fotografías incluidas en la fototeca de Asturias (situada en la casona de los Valdés) se suman en esta estancia infinidad de carteles, millares de archivos escritos, innumerables etiquetas, alrededor de 400 vestidos, zapatos, juguetes, decenas de cestos, muebles, vajillas, instrumentos musicales u otras piezas más peculiares: moldes de partes del cuerpo para crear formas de cera y llevar a los santos a modo de petición, una linterna mágica del siglo XIX o dos señoriales sillas de mimbre que los adinerados gijoneses de antes de la Guerra Civil alquilaban para acudir al arenal de San Lorenzo. "Hay muchas colecciones que por su propia naturaleza no se pueden mostrar de forma permanente", explica Fernández, bien por su difícil conservación o por la falta de espacio debido a lo extenso de la colección.

Y ¿cómo llegan todas esas obras? Hay tres vías principales: la donación, la compra o la cesión. "Continuamente vienen particulares a donar piezas, pero muchas de ellas se rechazan", analiza Fernández, "bien porque el museo ya posee muchas similares, porque no tiene valor museístico o porque estén en muy malas condiciones" ya que, apuntilla el educador, "aquí no tenemos restaurador, y es una pena".

Todas las piezas han de pasar un análisis exhaustivo realizado por expertos antes de entrar a formar parte siquiera del archivo, para evitar problemas como la presencia de enfermedades en la madera o polillas. Tras ello, ya entraría a formar parte del museo, aunque ello no quiere decir que se exponga. Eso sí, tendría su "matrícula" que la identifica a la perfección. "Es un museo público, así que los bienes pertenecen a todos. Son todo piezas que tienen una relación con Asturias", asevera Fernández, apenado porque "es una joya tener todo esto, al alcance de todo aquel que quiera consultarlo, pero mucha gente no lo sabe".

Y es que en Muséu del Pueblu d'Asturies "interesa todo porque ayer ya es historia". De hecho, explica Fernández, "cuanto más cercano en el tiempo, más difícil de conseguir, porque la gente no entiende su valor histórico y se deshace de ello". Sólo hay que saber que hay un sitio al lado del Piles donde quizá puedan guardarlo.