Mira que estaba contenta la señora Filomena, paseando vestida de domingo y orgullosa del sombrero que se acababa de comprar, que tuvo que venir el viento juguetón y dejarle la cabeza al descubierto. Para ella fue un auténtico fastidio, pero para esa prenda que asociamos a testas ilustres como las de Abraham Lincoln, Fred Astaire, la mismísima Mary Poppins o el icónico sombrerero de "Alicia en el país de las maravillas", comenzó una aventura maravillosa que la llevó a conocer a los seres más diferentes de este diverso mundo. Este azaroso viaje, en el que el sombrero se convertirá en la más cómoda casa para ratones, en la carpa de un diminuto circo de pulgas o en la residencia flotante de una familia de ranas, es, precisamente, la historia que narra "El sombrero que voló", una divertida crónica de viaje cuyo rumbo es marcado únicamente por el viento caprichoso.

Esta obra, la última criatura de la asturiana Pintar-Pintar, editorial que, gracias al entusiasmo de las hermanas Ester y Ángela Sánchez, no deja de sorprendernos con la calidad de sus trabajos y que le ha valido varios premios nacionales de edición, aúna el texto en verso de José Carlos Román y las ilustraciones de Mónica Carretero, dos niños grandes cuya pasión por la literatura infantil queda patente en las páginas de este libro que no nos dice otra cosa que dejemos volar la imaginación, porque es la manera de llegar a los lugares mágicos de la vida. Los abigarrados dibujos de la ilustradora segoviana invitan a pequeños y grandes a compartir y recitar estas rimas plagadas de animales, encuentros y desencuentros. Quien quiera conocer el final tendrá que abrir el libro y dejarse llevar a través de sus páginas porque "viviendo mil aventuras / siguió el sombrero volando, / por donde el juguetón viento / se lo llevaba soplando..."