Rebeca Menéndez (Avilés, 1976) es una creadora de imágenes que ha hecho su obra en la pintura y la fotografía. Lo último son las 28 ilustraciones para la reciente edición de "Nosotros, los Rivero", la novela con la que la ovetense Dolores Medio ganó el premio "Nadal" en 1952.
-Estoy pasando una fase difícil porque sufrí un atropello en Avilés el 1 de diciembre. Aparte de las lesiones y de un reposo que no me gusta porque es obligado, te queda una sensación de vulnerabilidad y de que el azar puede jugar en tu contra en un momento.
- ¿En qué momento estaba?
-En un tránsito. Salía de las ilustraciones y volvía a dar clase de Diseño Gráfico en la Escuela de Arte de Avilés, donde soy interina desde hace 9 años.
- ¿Le gusta la docencia?
-Sí. Soy de otra generación respecto a mis alumnos y son una buena influencia de cómo entienden la imagen.
- ¿Aprende de ellos?
-Tienen la vitalidad de los 18 años y vocaciones fuertes. La contraparte es que enseño lo que me encantaría hacer y no puedo. Son 5 horas de clase, más su preparación y los desplazamientos.
- ¿Cómo está usted al salir de un proyecto?
-En las fases finales surgen las mayores dificultades y matices y sólo veo el fallo. Me gusta controlar las cosas y me lleva mucho tiempo porque soy maniática.
- O sea, insegura.
-Sí. Me cuesta arrancar. No conocía la novela ni a la autora y siempre he creado imágenes ideadas por mí. Ella describe todo y yo quería dibujar algo que la hubiera sorprendido y satisfecho.
Es hija única...
-Me gustaría haber tenido hermanos.
... de dos pravianos: un trabajador de Cristalería Española y de un ama de casa...
-... que me tuvo a los 17 años y es capaz de hace todo. Las mujeres de mi familia me inspiraron mucho y me pusieron a prueba cuando dije que quería hacer Bellas Artes y ser artista.
- ¿Antecedentes familiares?
-Mi tío materno Aquilino es muy creativo: hizo escaparatismo y ahora hace stands. Su habitación, sus cómics, sus libros y verlo hacer lo que diseñaba me enseñó que la creatividad puede ser una profesión.
Fue una niña con lápiz y papel -su abuela tenía una papelería en Pravia- que copiaba ilustraciones y no había chiquilla en toda la tarde.
-No era una buena estudiante porque hice el Bachiller por Ciencias y para los profesores, salvo los de Literatura y Filosofía, las letras eran una pérdida de tiempo. En segundo de BUP quise morir. El éxito en la enseñanza debería ser que se ayudara al alumno a saber cuáles son sus virtudes y su vocación.
- ¿Cuándo supo la suya?
-Pronto. Sentía gran atracción por el arte, el cine, la imagen. En la Historia del Arte de tercero de BUP saqué una notaza y disfruté porque me puso en orden cronológico la pintura y la escultura.
- ¿En casa la apoyaron?
-Mi madre me dio todas las facilidades, pero no quiso llevarme con un profesor para que no me influyeran. Entiendo su criterio, pero habría aprendido técnica.
- Bellas Artes en Pontevedra.
-No pude entrar en la Escuela de Oviedo por baremo: era hija única y había muchas solicitudes.
- ¿Cómo le fue en la carrera?
-Me sentí con los míos, pero tengo gustos clásicos y aprecio el relato en el arte. Me rendí ante Velázquez en el Prado y me fascinó el duelo a garrotazos de Goya. Al principio estaba muy desubicada porque el profesorado era muy joven y de gusto conceptual.
- ¿Todo era arte contemporáneo?
-Llegué a Pollock y pensé: "No entiendo nada". Luego, entendí el concepto de "menos es más" hasta llegar a que no se pueda quitar nada sin que la obra se resienta. En Rothko sólo veía manchas y líneas hasta que descubrí que había paisajes. La abstracción me enseñó algo que aplico en el realismo. Pero di con profesores con un concepto muy acotado de la creatividad y del arte. Quien más me ayudó fue el crítico de arte Alberto Ruiz de Samaniego, porque me ayudaba a pensar y aplicar "¿y por qué?". Me hizo fijarme en Balthus.
- Usted retrató a su prima Gloria en una serie sobre la niñez y la pubertad. ¿Se ha quedado sin tema o sin modelo?
-Ahora tiene 19 años y estudia cine en Madrid. Me he quedado sin tiempo para pintar. Desde que cumplí los 40 años mi debate es qué quiero hacer realmente: la enseñanza me gusta y me aporta, pero me hace más feliz crear.
- Crea imágenes con grandes casas, interiores, ropa antigua, primores femeninos muy burgueses.
-Creo en la memoria y en los objetos con memoria. Lo que dice es verdad, pero todo es falso. Son espacios abandonados, roídos por el tiempo, es un mundo en tensión y vulnerable y parece que, si mueves algo, todo se cae. Define perfectamente lo que soy.
- ¿Qué es usted?
-Eso forma parte de mi investigación. Soy una persona con sus inseguridades y debilidades y también con necesidad de mostrar que controlo mi entorno y mi realidad, lo que es imposible.
- Está en un momento de decisión.
-Sí. Anunciaron oposiciones de Dibujo para Secundaria y las retiraron. Todos daban por sentado que me presentaría menos yo. Al tiempo, cada año firmo mi contrato y nadie me obliga a hacerlo. Quiero hacerlo todo y me doy cuenta de que todo no lo puedo hacer. Cada vez soy más exigente con lo que hago y eso implica invertir más tiempo.
- ¿Ya sabe lo que quiere?
-Sí, pero necesito demostrármelo a mí en este momento en que estoy en mitad de mi vida, si hay suerte. No tengo la meta de ser madre, pero ahora estoy enamorada.
- ¿De quién?
-De Javier Otero, diseñador gráfico que cantaba en "Los Mancos". Nunca antes me inspiró nadie el deseo de ser madre y ahora viene dado, pero tengo 42 años.
- ¿Cómo se ve?
-Muy terca y con un orgullo absurdo que me bloquea. Soy peleona, pasional, me emociono mucho cuando algo me gusta.
- ¿Y esto de ser mujer hoy?
-Me parece una trampa. A las mujeres nos requieren que tenemos que servir mucho para todo y ser muy buenas madres, muy buenas hijas, muy buenas parejas, muy buenas trabajadoras, muy buenas amigas y encima tenemos que estar guapas.
- ¿Quién lo exige?
-Está en el entorno y en esas mujeres que admiras, valientes, multidisciplinares, multifuncionales y encima las ves felices y guapas. ¿Por qué yo no? No soy ejemplo de nada. Lo que intento es ser feliz.
- ¿Y cómo se defiende de esa trampa?
-Siendo un poco egoísta. Me quiero complacer y para que mi entorno sea feliz yo tengo que ser feliz. He dejado de darle importancia a cosas que entiendo como frívolas y estándar.
- ¿Qué tal se arregla en Asturias para su trabajo?
-Me siento de Gijón, donde vivo desde hace 19 años. Era referencia en conciertos, exposiciones y actividades y ahora necesita fuerza, ganas y desempolvar. La crisis recortó en cultura en Gijón y en el Principado. Trabajaba con la galería Espacio Líquido y la crisis les cogió de lleno porque no está en las necesidades básicas de la gente.