Escriben por necesidad vital, no en busca de una pasarela del ego o del foco bajo el que mostrar un perfil prefabricado. Es más, se rebelan contra la tentación de muchas editoriales de convertir a sus autores de éxito en personajes sociales troquelados a partir de una determinada imagen. El gijonés Ricardo Menéndez Salmón (1971) y el barcelonés Víctor del Árbol (1968), dos de los novelistas españoles con mayor atención lectora y crítica, reivindicaron la importancia de la obra literaria -su autonomía- y coincideron en afirmar que, en su caso, la escritura surge de una pulsión y no del deseo de fama o dinero.

"Hay que aspirar a la grandeza literaria, pero desde la consciencia de tu pequeñez para mantenerte siempre en tu punto", aseguró Víctor del Árbol. "Conviene no perder la perspectiva y saber que la literatura puede ser central para nosotros, pero que en España tiene un papel muy limitado", dijo Menéndez Salmón. Éste recordó algún caso de narrador "devorado" por la figura social tallada a partir de un gran exito temprano: "Lo dramatico es cuando el novelista se convierte en un personaje; la obra es lo más importante y lo ideal sería que el autor fuera invisible".

Víctor del Árbol, premio "Nadal" en 2016 por "La víspera de casi todo" (publicó el año pasado "Por encima de la lluvia") y Caballero de las Letras y las Artes de la Academia Francesa, ha sido el autor elegido para el discurso de apertura de la cuarta edición del Congreso de Escritores. La cita, organizada por la Asociación de Escritores Noveles, reúne estos días en Gijón a autores, editores y novelistas. Unas ciento cincuenta personas de distintas ciudades españolas debaten sobre asuntos relacionados con la literatura o el libro. Menéndez Salmón, ganador del "Biblioteca Breve" de hace dos años por "El sistema" y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, es un ejemplo del escritor capaz de conquistar un público fiel y atento a partir de la coherencia o fidelidad a una manera de entender la novela.

Uno y otro tienen una sólida trayectoria forjada desde el talento y la humildad de origen. De ahí el interés de la conversación que sostuvieron ayer, modulada por el también escritor gijonés Carlos Fernández Salinas, ganador en 2016 del "Eurostars" de narrativa de viajes. Ninguno de los dos es de dar consejos desde la peana. De inicio, la pregunta del millón: ¿Por qué escribe? "Por necesidad de ordenar la realidad a partir de la escritura", respondió Víctor del Árbol, que se confesó un "poeta frustrado". "Para ordenar la entropía de nuestra vida", señaló Menéndez Salmón, para quien la literatura es, además, una forma de conocimiento a partir de un núcleo de obsesiones".

Los dos novelistas coincidieron en más cosas: los temas vienen repitiéndose desde el "Poema de Gilgamesh" o la "Ilíada". "Lo que cambia es el punto de vista sobre el conflicto", apunto Víctor del Árbol. Menéndez Salmón reivindicó, en este sentido, "la idea de tradición" y "la metáfora de la literatura como sistema de vasos comunicantes". Todo escritor establece su genealogía, su familia: "Somos lo que hemos leído"

Víctor del Árbol recomendó trabajo y paciencia: "No siempre estamos preparados para afrontar todas las historias que queremos contar". "Nadie nace aprendido y la narrativa es un arte de madurez que necesita experiencia", completó Menéndez Salmón. Y más: "Me siento orgulloso de mis fracasos; el escritor fracasa siempre, sólo que con el tiempo lo hace con más mesura". Los congresistas tomaban notas.