- En un momento como el actual, con los medios ajustando costes y las pautas de consumo de información de internet, ¿tiene cabida el periodismo de investigación?

-Tiene más lugar que nunca porque es necesario, y frente a una gran necesidad siempre surgen grandes respuestas. El periodismo, concretamente lo reporteado, lo verificado, lo comprobado, lo investigado, hace falta. Y en internet hay también un gran movimiento de reconocer que no basta con lo que sale en Twitter y con un gif. Me alegro de ver también el resurgimiento de textos de largo aliento, y de exploraciones más profundas de la realidad.

- Es una visión optimista.

-La alegría de este premio me hace ponerme muy optimista. Pero aparte de eso sí, creo que estamos en un tiempo siniestro, en todo el mundo, pero hay gente que hace un contrapeso y que tiene que salir. Y la reportería me da mucha esperanza, sobre todo el ver a los jóvenes reporteros.

- Estos avances tecnológicos, ¿cómo afectan al oficio, en comparación con lo que usted conoció cuando empezaba?

-Creo que facilitan enormemente este nuevo periodismo con tantas posibilidades. Son herramientas que facilitan mucho la investigación y la verificación de datos, que es un aspecto tan importante, tan integral, del periodismo. Pero a la vez creo que sufren muchísimo, los reporteros sobre todo, pero el periodismo en general, de la falta de tiempo para reflexionar. Y los reporteros, como trabajadores, sufren una sobreexplotación. La jornada laboral no se acaba nunca y los salarios no están a la altura.

- Venimos de unos meses convulsos, con la proliferación de "fake news" y el tráfico de datos por parte de Facebook y otras empresas. ¿Son los grandes peligros para el periodismo?

-Sería muy crítica también de mi oficio. Lo que se ha hecho a partir del tráfico de datos tiene alguna relación familiar con el periodismo escandaloso, amarillista, que el morbo ha cultivado y alimentado. No son tan lejanos y no me atrevería a criticar uno sin señalar el otro.