"Venceréis pero no convenceréis", dijo Miguel de Unamuno. "¡Muera la inteligencia!", chilló el general José Millán Astray. Así nos lo han contado hasta hoy: un duelo mítico entre el entonces rector de la Universidad de Salamanca y el fundador de la Legión en el Paraninfo aquel histórico 12 de octubre de 1936. Pero las cosas ocurrieron de distinta forma según el historiador Severiano Delgado, bibliotecario de la facultad salmantina de Derecho, que ha publicado el trabajo de 34 páginas "Arqueología de un mito" con revuelo inmediato por su conclusión principal: esas dos frases son pura "invención" .

El "culpable" de esa versión ficticia, apunta el historiador, es Luis Portillo, un profesor de la Universidad de Salamanca exiliado en Londres, donde se afilió al partido Izquierda Republicana y publicó en la revista "Horizons" la descripción imaginada de la impactante escena. Un relato, según concluye Delgado en su estudio, que "tiene una clara intención literaria, no historiográfica. Portillo no intenta describir objetivamente el acto del paraninfo, al que no asistió, sino hacer una recreación literaria destinada a subrayar la brutalidad de Millán Astray, con Unamuno en el papel del valiente que se atreve a enfrentarse al infame militar. Seguramente este relato es un capítulo de la biografía de Unamuno que dejó inconclusa e inédita".

El acto, para Delgado, se construye "como una liturgia del triunfo del Bien sobre el Mal, una victoria simbólica de la inteligencia sobre la muerte, de los valores republicanos sobre el militarismo fascista. En este sentido lo escribió Portillo, que en modo alguno pretendió hacer una recreación histórica del acto, y en este sentido hay que entenderlo".

Momento crucial la transformación de ese relato literario en texto de historia: "Cuando el joven investigador Hugh Thomas estaba recopilando material para su investigación sobre la guerra civil española, fue a dar con el relato de Luis Portillo, probablemente llevado por el renombre alcanzado por ese texto entre los refugiados españoles, y lo incorporó a su obra, publicada con el título de "The Spanish Civil War". Thomas sentenció en su popular obra que el texto de Portillo es una "traducción del discurso de Unamuno". "Lo cual no es cierto", matiza Delgado.

Cuenta el historiador que Portillo "acomodó, insertando detalles anacrónicos, la escenografía del paraninfo en 1936 a la imagen difundida por el cine y la prensa ya concluida la guerra civil. En realidad, el paraninfo no estaba presidido por un 'retrato sepia' de Franco, quien había sido elegido jefe del Estado unos días antes, ni se dieron los que en el franquismo se llamaban 'los gritos de ritual'". En definitiva, concluye, Portillo montó "una escena de teatro litúrgico, en la que no pretendía reproducir el acto del 12 de octubre, sino armar un combate entre el Bien y el Mal".