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Hablemos en serie

Cuando España sabe rodar diferente

"Fariña", "Vis a vis" y "La casa de papel" enganchan con fórmulas singulares en un género trillado

Algunos atracadores de

Digamos que hasta hace poco tiempo las series españolas se dividían entre las que imitaban malamente los códigos de la industria norteamericana con resultados casi siempre fallidos y las que adoptaban sus fondos aplicando formas de costumbrismo nacional. Y ahí había de todo pero con predominio de la mediocridad al servicio de los gustos menos exigentes. Lo castizo como recuerdo recreativo. Nada memorable en ningún caso: aquí no hubo un equivalente en calidad y trascendencia a Friends, Cheers, Urgencias, The Wire, Los Soprano o Mad Men. Las propuestas policiacas eran especialmente decepcionantes porque, seamos serios, la realidad española no da para alimentar un capítulo tras otro de asesinos en serie, francotiradores, chantajistas o guerras sangrientas de narcos. Por eso fue tan importante la llegada de Crematorio, una serie basada en un gran texto literario del añorado Rafael Chirbes, y que profundizaba en la ciénaga de la corrupción con un estilo propio y sin pisar huellas extranjeras.

Años después, y tras muchos intentos frustrados cada año de encontrar un camino propio que pueda conectar con audiencias importantes sin degradar sus contenidos, tres títulos marcan, de diferente manera, unas líneas bien definidas de lo que puede funcionar no solo a nivel nacional, sino incluso internacional, aprovechando el gran enganche que el idioma significa de cara al mercado castellano hablante.

De esas tres series hay una especialmente valiosa: Fariña. Y lo es porque tal como está montada sólo podría ocurrir en España. En Galicia. Con personajes como los que pueblan ese escenario con un humor muy concreto y unos entornos sociales distintivos. Con un saludable alejamiento de fórmulas demasiado vistas en otros lares. Fariña engancha porque tiene un reparto creíble, porque sus guiones son buen ejemplo de engarce entre la realidad y las licencias de la ficción, porque no intentar abarcar más de lo que necesita apretar y porque confía en las posibilidades de la sabrosa historia que tiene entre planos sin recurrir a trucos y trampas con las que mantener atrapada a la audiencia a partir de la manipulación sistemática.

Vis a vis y La casa de papel son otros ejemplos de series españolas que, sin perder la personalidad, han logrado importantes éxitos más allá de nuestras fronteras. Sus formas están más cercanas a productos típicamente americanos de cárceles y atracos pero consiguen diferenciarse lo suficiente para no parecer meros refritos gracias a unos guiones que dedican el tiempo necesario a construir unos personajes que valga la pena seguir. Sin ser productos redondos y cojeando a veces por desajustes interpretativos o soluciones que son demasiado deudoras de ciertos tics ajenos, ambas se benefician en sus nuevas andaduras de mayor concisión: no hay nada como aligerar una serie de bloques publicitarios y quitar grasa sobrante para que la tensión se dispare.

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