Con el teatro Campoamor prácticamente lleno y con enorme éxito se estrenó ayer "La tabernera del puerto", el último título de la temporada de zarzuela de Oviedo. La soprano María José Moreno, el director de escena Mario Gas y el director musical asturiano Óliver Díaz fueron los más ovacionados por el público asistente.

La obra podrá volver a verse nuevamente el sábado. Se trata de uno de los títulos icónicos del género, por lo que no es extraño la buena acogida que ayer tuvo. Al comenzar la representación se anunció por megafonía que la función estaba dedicada a los ex concejales del Ayuntamiento de Oviedo Begoña Pérez y Emilio Huerta, "Triki", recientemente fallecidos.

La puesta en escena de Mario Gas demuestra fidelidad por esta partitura de Sorozábal, a la que dice sentirse muy cercano. La parte textual de la obra, de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, está en esta producción muy cuidada, con especial atención al desarrollo dramático de esta zarzuela, que la convierte en una historia muy creíble, donde se crean momentos de enorme dramatismo y tensión.

La escenografía de Ezio Frigerio reflejaba, con tres paredes grises que recreaban una plaza de un pueblo marinero, la asfixia de los lugares pequeños donde todos los vecinos saben la vida del resto, o la inventan. La intención del equipo escénico era la búsqueda de la realidad y ayer lo consiguieron, con un viso nostálgico que el público agradeció. Llamó especialmente la atención el naufragio del bote en el que viajan Marola y Leandro, en el acto III.

La elección de actores profesionales, no cantantes, para los papeles característicos, que cuentan con menor exigencia vocal, fue otro de los puntos fuertes de esta producción de "La tabernera del puerto", que permitió al público disfrutar en gran medida las partes habladas de esta obra.

La soprano María José Moreno, en el personaje de Marola, fue quien más aplausos provocó. Su fraseo correcto, su registro homogéneo, su precisión a la hora de abordar los pasajes más comprometidos y su buena dicción contribuyeron a ello. También cabe destacar su faceta actoral. La romanza de Marola "En un país de fábula" fue uno de los números musicales más aplaudidos de la velada.

Javier Franco, como el temerario Juan de Eguía, también gustó por su interpretación y presencia escénica, aunque estuvo forzado vocalmente en algunos momentos.

La dificultad del papel de Leandro en este título viene de mano de la romanza "No puede ser", por lo que la responsabilidad que tenía Martín Nusspaumer era importante. Quizá le faltó más dramatismo tanto vocal como escénicamente, así como algo de potencia sonora. Ruth González, como Abel, supo crear un personaje entrañable y creíble, muy bien defendido en el terreno vocal.

Mención especial merecen los actores de la compañía. Vicky Peña, muy simpática como Antigua, y con una interpretación sobresaliente de los estados etílicos. Del mismo modo, su compañero y marido ficticio, Chinchorro, a quien dio vida Pep Molina fue otro de los personajes cómicos que suscitó más la atención del público.

El coro de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, no tenía en este título grandes intervenciones, pero sí mantuvieron los estándares de calidad a los que acostumbra.

La Orquesta Oviedo Filarmonía, dirigida por Óliver Díaz, destacó por su versatilidad y su cuidado en todo momento. El balance sonoro fue correcto; supo acompañar a los cantantes en un plano secundario durante el transcurso de la acción, discreta en algunos momentos muy delicados y creciendo en sonoridad en las partes instrumentales. Fue, en definitiva, una función redonda para cerrar con éxito esta XXV temporada de zarzuela en el teatro Campoamor de Oviedo.