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CRISTINA LORENZO | Actriz

"El teatro es ajeno a todos, a veces digo que trabajo en un súper y evito explicaciones"

"Cuando interpretas te pones en la piel de otro y esa empatía total ayuda a entender la vida y a la gente"

La actriz Cristina Lorenzo, en "Villa Magdalena", en Oviedo. LUISMA MURIAS

Cristina Lorenzo (Caravia Alta, 1981), actriz, trabaja en "Teatro del Norte" desde hace once años. Preparan una obra al año, que representan en Asturias y hacen una gira de 15 actuaciones por España para la que reciben una pequeña ayuda.

-Estoy muy bien. Soy optimista por naturaleza y cuando todo viene mal dado busco un cabo donde agarrarme. Tengo trabajo, dentro de lo que es una actriz, y sobrevivo del teatro.

- ¿Es lo que creía que era?

-Sí. Empecé con 16 años en el grupo "Contraste", de Villaviciosa. Llevo más años haciendo teatro que no haciéndolo y siempre he sido gran espectadora.

Es hija del médico de Caravia Alta, Fernando, jubilado hace 4 años, y de Paula, ama de casa y "telefonista del médico. Crecí en una casa mitad consulta y mitad vivienda. Tengo un hermano mayor, Pablo, y una pequeña, Nuria".

- Es de pueblo.

-Tuve una infancia de pueblo. Cuando empecé a andar sin mis padres por las ciudades veía a las madres detrás de los niños con bicicleta y me acordaba de que yo salía de casa, todo era para mí y si hacía sol, mochila y caminando a la playa. Echo de menos la playa. A todo lo demás, me adapto.

- ¿Cómo llegó al teatro?

-Hice en el instituto y mi madre supo de "Contraste" por la peluquera. A condición de seguir estudiando bien, centré los fines de semana de los 16 a los 18 años en ensayar, ver obras e ir a certámenes.

- ¿Fue la excepción dramática de casa?

-Tenemos vena folclórica. Mi padre tocaba la guitarra -de Atahualpa Yupanqui a "Fórmula V"- con los amigos. Mi madre cantaba con él y en un coro. Son muy divertidos. Mi hermana Nuria empezó teatro y ahora es restauradora de arte. Mi hermano toca la guitarra y canta muy bien. En casa siempre oí "Beatles" y "Rolling". Cuando vinieron a Gijón los "Stones", mis padres me llevaron a verlos y recuerdo sus caras durante el concierto.

- O sea, fue niña teatrera.

-No. Siempre fui retraída.

- Lo era.

-Lo soy. El teatro me sirve para entender a la gente y la vida porque habla de nosotros. Cuando interpretas te pones en la piel de otro y esa empatía total ayuda a entender.

- ¿Por qué hay tantos tímidos actuando en el teatro?

-Lo explica muy bien Fernán Gómez en "La silla de Fernando". Todo lo que pasa en el teatro es un ambiente controlado. Si tu compañero se ríe es porque tiene que ser así. Y no es personal, no tiene nada que ver contigo. La vida es otra cosa. No me da vergüenza hacer este papel, pero si me dicen que hablé de mí en el Campoamor, digo "nooooo".

- ¿Sabía qué quería ser?

-No, como mucha gente que no sabe qué hacer con su vida empecé Derecho y lo dejé porque me imagine a diez años vista.

- Imagínese a diez años vista.

-No sé si quiero. Virgencita, Virgencita...

- ¿Qué pasó cuando dijo en casa que quería hacer teatro?

-Es un mundo muy ajeno a todos. En la boda de una amiga contesté que trabajaba en el Alimerka para no dar más explicaciones. Los padres siempre piensan: ¿de qué va a vivir?

Pertenece a la primera promoción de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD). Los dos primeros años iba desde Villaviciosa a Gijón con su hermano, que hacía Ingeniería Industrial, enfrente. Acabó en 2006 y la llamó para una sustitución Etelvino Vázquez.

- Telvi tiene fama de duro.

-Es exigente porque es trabajador, minucioso y perfeccionista. Sabes cuándo entras al ensayo, pero no cuando sales. Tiene una manera de trabajar distinta, pero ya no nos encerramos en sitios. Aprendí de él que la línea entre lo personal y lo profesional es tan delgada que el teatro es una manera de vivir: veo películas, series, teatro, leo, estoy con gente y reciclo todo lo que puedo.

- ¿Sus amigos son teatreros?

-Más, no teatreros. A mi amiga del colegio no le gusta el teatro, viene por verme. A otros los atraigo a la secta: tengo bolo o representan esto en Gijón, ¿por qué no venís? En Oviedo somos pocos teatreros.

- Pero muchos músicos.

-Sí. En Gijón hay mucho teatro y mucho centro cultural con salón de actos y actividades. Aquí están el Campoamor, el Filarmónica y el Auditorio.

- ¿Trabaja el cuerpo?

-Para hacerlo dúctil. He hecho mucho baile -flamenco, contemporáneo- y, ahora, claqué,

- ¿Está casada?

-Desde hace tres años. Él no tiene nada que ver con el teatro.

- En "El rector", interpreta a Cristina Rodríguez, la mujer de Leopoldo Alas Argüelles.

-Cuando me propusieron la obra, mi primer respingo fue porque el autor es conocido, Pedro de Silva, e iba a vernos y la familia de Alas, también. Eso impresiona. Sabía que Leopoldo Alas había sido fusilado, pero cuando te metes en el meollo de la historia, te das cuenta de que es terrible y de que pasó anteayer.

- ¿Qué le parece Cristina?

-No hay mucho sobre ella, pero rescató toda la obra de su marido y de su suegro y aguantó en Oviedo a pesar de las circunstancias. Su nieta fue muy emotiva al acabar la obra y en LA NUEVA ESPAÑA. Llenamos los dos días... muchos asturianos quedaron con ganas de verlo.

- Los teatreros son raros.

-Jooo. ¿Y los demás no? No. Es verdad que nuestros estímulos son los que son. Somos pesados con lo nuestro porque enseguida estamos hablando de teatro.

- ¿Y el ego?

-Hay mucho mito. He encontrado sobre todo gente muy generosa, dispuesta a trabajar contigo, interesada en lo que necesitas y, para hacer eso, el ego tiene que desaparecer.

- ¿Qué tal se lleva con usted?

-Bien. El trabajo me ayuda a conocerme y me caigo mejor o peor, según el día. Mi despertar es terrorífico, porque abrir los ojos y despertar no es correlativo. También debería cambiar mi mala leche, que la suelto y se me pasa.

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