Un concierto con la sinfonía n.º 6 de Mahler como protagonista reunirá mañana a las 20 horas en el auditorio Príncipe Felipe a la Orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL) y a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). En el podio, y al frente de las dos agrupaciones, estará el director asturiano Pablo González, apasionado y estudioso del compositor alemán.

El concierto extraordinario de este año, para el que se han puesto las entradas a la venta esta misma semana a precios populares, sigue la estela del celebrado el año pasado, cuando la OFIL y la OSPA, también dirigidas por Pablo González, interpretaron la sinfonía n.º 2 "Resurrección", también de Mahler. La principal aspiración de este director es que esta iniciativa tuviera continuidad. "Me gustaría que este proyecto con Mahler siguiera, quizá se podría hacer una integral de las sinfonías de Mahler, aunque no se interpretaran de forma consecutiva. ¿Por qué no?". Para González esta iniciativa es beneficiosa para todos. "En primer lugar, para el público, que, por poco dinero tiene la posibilidad de ver una obra como esta sinfonía n.º 6, raramente programada en temporada por las características logísticas que precisa. De hecho, ninguna de las dos orquestas asturianas la ha interpretado nunca durante los conciertos de abono". En segundo lugar, comenta González, "es una experiencia buena para los músicos, que durante esta semana cambian de compañeros y salen de la rutina". Y añade: "Me gusta hacer Mahler en Oviedo porque, a diferencia de otras grandes ciudades, aquí no es demasiado frecuente ver en las programaciones este tipo de sinfonías de gran formato, y además porque es uno de mis compositores favoritos". Para González, poner en el mismo escenario dos orquestas supone un reto. "Esto se hace evidente el primer día de ensayos. Los solistas conocen a su sección pero no a los integrantes de la otra orquesta, y sólo con el paso de los días comienza a haber más uniformidad a la hora de tocar", explica.

Esta sinfonía "es la más trágica de Mahler", explica, "pero no porque él fuese un nihilista, sino por el sufrimiento que le producía su amor a la vida y el hecho de pensar que es algo efímero", explica el director. "Cuando Mahler escribe esta obra se acababa de casar y era un momento feliz para él, pero está ese miedo a perderlo todo, y en efecto, tras el estreno de esta sinfonía, el destino le asesta tres golpes: se muere su hija, pierde su trabajo en la Ópera de Viena y le diagnostican una enfermedad".