Joaquín Sorolla (Valencia, 1863 - Cercedilla, Madrid, 1923) se tiró la vida pintando. Lo hizo con tal potencia que, dicen los que más saben, produjo más de 2.200 obras. El filántropo asturiano Pedro Masaveu adquirió a lo largo de su vida 59 de ellas. Todas menos una están expuestas desde el jueves y hasta el próximo día de Reyes en la cúpula del Niemeyer: "Pedro Masaveu. Pasión por Sorolla" es el título de la muestra producida al alimón por las fundaciones María Cristina Masaveu Peterson y del Centro Niemeyer.

Los expertos aplauden la sabiduría de Masaveu a la hora de comprar las pinturas del impresionista español por excelencia, un contemporáneo de la Generación del 98, coetáneo de las nuevas olas francesas, cuando París era una fiesta constante y la "belle époque" más bella que de costumbre.

La muestra del Niemeyer presenta obras de todas las épocas de Sorolla. "Aunque siempre hay una característica fundamental: su afán por atrapar la luz. Aprendió el color de los impresionistas, pero quiso ir un paso más allá". La que habla es Patricia Pérez, la historiadora de Arte que dirige la empresa cultural Cuéntame un Cuadro. Analiza cinco obras imprescindibles para salir de la cúpula más sabio que al entrar.

"La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta". "La influencia de 'Las Meninas' es evidente", dice Pérez. La comisaria Blanca Pons-Sorolla explicó que Errázuriz fue un empresario vitivinícola chileno al que Sorolla conoció en París. "Había hecho retratos de sus hijos por foto. Le pidió un retrato de la familia. Le dijo que lo haría con todos presentes". Pérez abunda más: "Velázquez era el clásico al que Sorolla idealizaba. Retrata a todos con la mayor naturalidad posible. No tienen posiciones forzadas. Es su clásico más clásico".

"Corriendo por la playa". "Esta es la imagen icónica de Sorolla: la inocencia y la infancia atrapada por sus pinceladas. Lo más curioso es la sombra de una de las niñas en el agua que queda sobre la playa después de la retirada del mar", explica.

"Transportando uvas". "Siempre tengo para mí que los grandes son capaces de convertir sus cuadros en ventanas a su época. Es capaz de retratar burgueses, como los Errázuriz, pero también a gente currando. Estos están recogiendo uvas en Jávea, en Alicante. La visión social también está en "Cosiendo redes". "La playa, aparte de diversión e inocencia, es trabajo", insiste Pérez.

"El mamón". "Este es un interior, pero el empeño por atrapar la luz está ahí: han abierto la ventana. Sorolla es el pintor de la realidad. Esta familia no puede ser más real", concluye Pérez, una de las primeras visitantes de la muestra.