La obra inagotable de Ángel González mantiene no sólo su vigencia poética, también su interés para los críticos y los investigadores, que siguen hallando en la producción del creador ovetense nuevas y sugerentes vías de exploración. Como las que recorre, en su tesis doctoral Ricardo Álvarez Labra, que ayer defendió su trabajo, dirigido por Araceli Iravedra y titulado "Ángel González en la poesía española contemporánea", en el Campus del Milán de la Universidad de Oviedo.

El tribunal, formado por Luis García Montero (Universidad de Granada), María Payeras Grau (Universidad de las Islas Baleares) y Leopoldo Sánchez Torre (Universidad de Oviedo), elogió el calado y la originalidad del enfoque de una investigación que todos coincidieron en valorar como "magnífica" y que obtuvo la máxima calificación (Sobresaliente, en espera de que se confirme el "cum laude", parte secreta de la nota que se revelará en unos días).

Las aportaciones de la investigación de Ricardo Álvarez Labra son numerosas y alcanzan diversos aspectos tanto de la obra de González como de sus fuentes, el contexto en el que se concretó y la influencia que tuvo sobre poetas posteriores. Para empezar, Álvarez Labra precisó una singularidad de la "Generación del 50", como fue su doble proceso de canonización. Porque si bien hubo un primer momento en el que, a partir de la publicación de diversas antologías, se fijó un canon de obras de estos autores, a mediados de la década de 1980, en concreto entre 1984 y 1987, se concretó un segundo proceso a raíz de la reivindicación del grupo por poetas jóvenes.

Aparte de esta singularidad de la doble canonización, Álvarez Labra profundiza en la parte de la obra de González quizás menos explorada hasta la fecha: su etapa final. Una carencia, explicó el investigador, que acaso se deba a que el propio Ángel González fijó en vida una periodización de su obra que ha tenido gran predicamento entre los estudiosos. Pero, tal y como precisa el ya doctor, el poeta ovetense concretó esa taxonomía cuando aún le quedaba mucha producción por delante. Toda una etapa final que Álvarez Labra analizó hasta el tuétano, concluyendo que la influencia de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez sería capital para el ovetense en estos momento de su producción.

Tanto el autor de la tesis como los miembros del tribunal valoraron especialmente la constatación de esa influencia del autor de "Platero y yo". Una relación singular toda vez que, desde su fascinación inicial, González había lucido en la parte central de su vida una perspectiva crítica de la obra de Jiménez, para retornar a ella en su vejez. "Se acercaba alejándose", explicó Álvarez Labra, quien encontró una conexión directa de la obra de González con la poética de Juan Ramón Jiménez en cuestiones claves como el uso de analepsis y prolepsis.

Pero además de las aportaciones científicas, los miembros del tribunal destacaron otra cualidad de la tesis de Ricardo Álvarez Labra: su atención al estilo y un enfoque que no oculta la admiración por la obra de Ángel González, sin que ello haya lastrado en modo alguno su mirada crítica. Un trabajo, afirmaron, que demuestra la existencia de un investigador "con voz propia y potente".