Según Nietzsche, el mayor reto del ser humano es cuánta verdad es capaz de soportar. Sergi Doria aborda en La verdad no termina nunca "la búsqueda de una identidad personal que puede resultar terrible". Nadie mejor que el autor para entrar en el fascinante túnel del tiempo que propone: "Estamos en la Barcelona de 1956. Alfredo, un joven veinteañero, está obsesionado en saber qué fue de su padre. Su madre, una modista atada a una máquina de coser para sobrevivir, le ha impuesto una versión oficial: su padre fue un hombre de origen germánico; pintor y director de orquestas, al estallar la guerra se enroló en las Brigadas Internacionales. Alfredo indaga en esa figura del imaginario familiar, pero su madre se cierra en banda. Hasta que un día, mientras trabaja en una entrada para la Gran Enciclopedia sobre Promio -introductor del cinematógrafo en España- y el pintor Kandinski, se encuentra por azar una ficha de otro Promio, un olvidado periodista de los años veinte y treinta que publicó un libro sobre los artistas de vanguardia y tomó el nombre del pionero del cine".
A partir de los legajos de ese otro Promio, "Alfredo revive las experiencias de ese escritor sin aparente interés: sabe de su enamoramiento de la célebre aviadora Titayna y de su tormentosa relación con un personaje siniestro llamado Teufel. Los recuerdos de Promio le descubren el 'caso del Straperlo': unos estafadores -Strauss y Perlowitz- intentan introducir en España unas ruletas trucadas previo pago de mordidas al gobierno de centro derecha de Lerroux. El escándalo del Straperlo -a partir de entonces toda acción corrupta se llamará así- provocará la caída del gobierno y abrirá las puertas a las elecciones de febrero del 36 que dan la victoria al Frente Popular".
De forma paralela a sus investigaciones, "Alfredo traba contacto con los Queralt, una familia burguesa que es clienta de su madre. Atando cabos, colige que tanto su madre como los Queralt saben quién fue y qué hizo su padre. La narración alterna el tiempo presente -las indagaciones de Alfredo en la Biblioteca Central- con los papeles de Promio y el testimonio de quienes conocieron a su madre. Todo se irá aclarando tras la muerte de esta. Un nuevo legajo que permanecía escondido en un rincón del armario le llevará a la Barcelona de 1936, cuando el SIM, la policía política estalinista, organiza la red de tortura de las chekas". A partir de ese momento, "lo que parecían datos dispersos se irán conjugando hasta construir una narración coherente; incluso los personajes, en principio dispersos, de los que había recabado datos para la Enciclopedia acabarán unidos por una fatalidad histórica. Esa verdad que 'no termina nunca' irá tomando forma y Alfredo deberá asumir sus orígenes familiares".
La novela de Doria atraviesa tres atmósferas narrativas: "La primera es una evocación de la Barcelona legendaria del Barrio Chino y la Exposición que entusiasmaba a los escritores franceses; la segunda nos descubre el arraigo de la corrupción en la vida y la política española; la tercera, recrea con ambientes góticos la represión en la Barcelona de la guerra civil".
Después de media hora larga de patear el suelo para no congelarme, parece que tendré suerte... Se abre el portalón y los guardias dejan la vía expedita a un
hombre alto y rubio.
