"Mi riqueza es el dar". Esa fue la contestación que el anarquista Lucio Urtubia ofreció durante una famosa entrevista que le hizo el periodista Jordi Évole en 2015 cuando éste le preguntó si, con todo el dinero que había pasado por sus manos, nunca se había quedado con nada. Y es que el activista navarro, que podría vivir un retiro de lujo en la Costa Azul, sigue viviendo de forma humilde porque siempre tuvo claro que "cada uno es lo que es por lo que hace". De ahí que siempre haya querido que se refieran a él como albañil. De hecho relata que todo lo que había oído siendo niño sobre el movimiento al que se le adscribe fue cuando oyó decir a su padre, muy enfadado por las injusticias que les rodeaban, "si volviera a nacer sería anarquista", una frase que no comprendió hasta años después cuando, empujado por las circunstancias, se convirtió en un abanderado de la causa de los más débiles hasta erigirse en un mito actual de los movimientos libertarios. Todas sus peripecias vitales las ha recogido ahora el dibujante y guionista Mikel Santos, conocido como "Belatz", en la obra "El tesoro de Lucio", una novela gráfica tan trepidante como lo fue la vida del protagonista, quien a sus 87 años sigue asegurando que "un revolucionario que no hace nada es como un cura".

Este libro, que ayudará especialmente a los jóvenes a entender un poco mejor lo que fue la lucha clandestina en España y en todo el mundo, tiene el valor de mostrar una época tan dura, sobre todo para los que no seguían las normas, como fue aquella posguerra revanchista y cruel en la que muchos tuvieron que atravesar la frontera. Fue el caso de Urtubia, quien llegó a París en 1954 "con veinte duros en el bolsillo y sin saber una palabra de francés" y quien tuvo que buscarse la vida como pudo.

Gracias a uno de esos trabajos entró en contacto con grupos libertarios franceses y acabaría conociendo a figuras de la talla de André Breton y de aquel Albert Camus para el que era fundamental conciliar la justicia y la libertad. Fueron días de lucha constante en las que Urtubia trabajaba con la paleta y el ladrillo por el día y ejercía de activista por la noche, de forma incansable, acción tras acción hasta su golpe maestro, el que asestó al First National City Bank, el mayor banco del mundo, gracias a la elaboración y distribución de cheques de viaje falsos que fueron canjeados en las sucursales de la entidad en todo el mundo. Acabó en la cárcel pero el gigante financiero se vio obligado a negociar con el navarro y a entregarle una enorme suma de dinero a cambio de las planchas (que no entregó al completo) con las que se realizaban las copias.

En esta edición, a cargo de la vasca Txalaparta y fruto de la colaboración con las editoriales Tigre de Paper y Demo, Belatz no se centra únicamente en la persona de acción que fue Urtubia, nos habla del hombre que se orinaba al cometer un atraco ("expropiación" lo llama él) y que nunca disparó a nadie. Del que adoraba repartir en mano el dinero de los botines a las familias necesitadas o del amigo en el que confiaba el legendario maquis urbano Quico Sabaté. Un libro que abarca momentos personales íntimos e importantes como su vida familiar, sus ojos de niño empapándose de una realidad de miseria oprimente en el pueblo de Cascante y el apego a esa tierra, a unas raíces que considera fundamental no olvidar jamás. Pero sobre todo se esfuerza en resaltar esa memoria que nunca podemos dejar desvanecerse, esa historia negra que no debemos olvidar si no queremos que se repita, esa lucha constante y necesaria, esa experiencia alentadora que, en este caso, es el verdadero tesoro de Lucio.