"Hemos descuidado y abandonado a los pequeños". El máximo exponente de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, se mostró abatido en una carta a los feligreses por los abusos a menores cometidos por cientos de sacerdotes en Pensilvania (Estados Unidos). Califica los hechos, no sólo como un "pecado", sino como un "crimen" y pide a los católicos "generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse". El Arzobispado de Oviedo, consultado por LA NUEVA ESPAÑA, respaldó las palabras del Papa, mientras algunos sacerdotes asturianos creen que tratan de dañar la imagen de la Iglesia.

El Papa respondió ayer al informe publicado la semana pasada por el Fiscal General de Pensilvania en el que se desvelaban 300 casos de sacerdotes que, supuestamente, abusaron de más de 1.000 niños durante décadas. Lo hizo a través de una carta que colgó en la página web del Vaticano en la que pidió perdón y mostró su "vergüenza y dolor".

Aunque la mayoría de los casos corresponden al pasado, el pontífice admite que han sido "muchas las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas 'nunca prescriben'".

El Papa Francisco se muestra abatido por el "sufrimiento de los menores" y reconoce que la Iglesia "no supo actuar ni reconocer la gravedad del daño que se estaba causando". Por eso, el pontífice se muestra enérgico y contundente para condenar los hechos y pedir disculpas. "Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos", apuntó en su carta. Francisco concluye su escrito al "Pueblo de Dios", llamando a los creyentes al "ayuno y la oración" para despertar los oídos "ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos".

Junto a la misiva, el portavoz del Vaticano, Greg Burke, hizo llegar un audio a los medios de comunicación para subrayar el hecho de que Francisco veía los abusos pedófilos como un "crimen". Burke destacó además la universalidad del mensaje del Sumo Pontífice: "Es para Irlanda, es para Estados Unidos, es para Chile". También hizo un llamamiento a la comunidad católica a movilizarse para "denunciar todo aquello que pone en peligro la integridad de cualquier persona".

Para el deán de la Catedral de Oviedo, Benito Gallego, la postura del Papa es "lógica" porque "de los sacerdotes se espera más que este tipo de actos que nos avergüenzan a todos". Entiende que el Vaticano cargue contra los culpables y pida que se denuncien este tipo de situaciones. Sin embargo, apunta a que son casos "excepcionales que ocurrieron hace muchos años".

El director del Instituto Superior de Estudios Teológicos de Oviedo, Fernando Llenín, ve el número de casos es "exagerado" y le extraña que sea un fiscal el que se dedique hacer informes sobre "hechos sucedidos hace tanto tiempo y cuyos culpables ya están muertos". Cree que se trata de "hacer culpable no al sujeto, sino a la totalidad de la Iglesia".

Por su parte, el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, le reprochó al Papa su actitud en este caso: "No es suficiente decir lo siento".