La vida dibujada del ilustrador Alfredo González, conocido simplemente como Alfredo, se expone desde mañana en el Museo Barjola de Gijón. La institución inaugura, a las 19.30 horas, la exposición "Alfredo. La ventana de atrás. Desmemorias de un dibujante", una selección de 76 dibujos originales realizados por el artista asturiano, nacido en Agüeria en 1933, para su libro de igual título. La selección de las obras expuestas ha corrido a cargo de Mauricio d'Ors.

"Estoy encantado de que estos dibujos se puedan ver en Gijón. Porque hablan de mi vida, tal vez demasiado. En estos dibujos está mi infancia, mi aldea, Agüeria, mis recuerdos. También cómo me fui a Navarra con 13 años, a los dominicos, y mi vida posterior", explica Alfredo.

El dibujante, galardonado con el premio "Asturiano del mes" que otorga LA NUEVA ESPAÑA en abril de 2017 y cuya trayectoria fue reconocida con el Premio Nacional de Ilustración de ese año, estará mañana en Gijón para inaugurar la muestra. "Son los dibujos originales que hice para el libro, que quizás sorprendan por el formato, porque son muy grandes. La mayor parte son de 70 por 100 centímetros, pero hay algunos que son aún mayores. Esto les hace idóneos para una exposición", señala Alfredo.

Hablar de su libro de "desmemorias" lleva inevitablemente a Alfredo a recordar algunos episodios de su vida que nutrieron esas páginas: "Cuando iba a entrar a los dominicos, en el año 46, me dieron a elegir entre Corias o Villaba, en Pamplona, y dije: 'lo que está más lejos'. Tenía ganas de aventura, pero luego me arrepentí".

Completado el bachiller, comenzó el noviciado, pese a que ya tenía claro que su vocación iba por otro lado. "Éramos muchos, más de cincuenta, y ahora creo que hay tres. De aquella había muchas vocaciones tardías, pero no era mi caso: yo me quería ir a casa, porque me gustaban las mujeres. Pero tenía un confesor que me instó a hacer el noviciado, decía que era una prueba, y estuve varios años. Hice tres cursos de filosofía y casi cuatro de teología hasta que me planté. Fue todo un alboroto, aunque fueron muchos de aquella los que se salieron", recuerda, entre risas, el artista asturiano.

Cuando dejó los dominicos, Alfredo se fue a Madrid: "me fui a la aventura, y lo pasé muy mal. Vivía a salto de mata hasta que encontré un trabajo, y después ya pude dar el salto a la publicidad". A partir de ahí, su carrera como dibujante fue imparable. "Dejando a un lado los clásicos, como Velázquez, el pintor que más me ha influido ha sido Van Gogh. Lo descubrí en el noviciado, cuando un compañero, Francisco Ayala, me regaló un libro sobre él. Luego están los dibujantes norteamericanos, los cartelistas europeos, y varias influencias más. Pero el que más me removió, y me conmovió, fue Van Gogh", afirma.

Colaborador de las principales cabeceras de prensa y de revistas satíricas clave en la Transición como "El Papus" y "El Jueves", Alfredo ha protagonizado numerosas exposiciones y es autor de una treintena de libros, entre ellos "Teoría de Madrid", con Francisco Umbral; "De Moscú a Nueva York", con Ignacio Carrión; o ediciones ilustradas de clásicos como "Poeta en Nueva York", de Federico García Lorca.