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Regreso al futuro

La frontera de la resurrección digital

La inteligencia artificial permite replicar en robots de conversación respuestas y actitudes de personas fallecidas

Eugenia Kyda y Roman Mazurenko.

Sólo la "estupidez artificial" salvará a la humanidad. Hace unas semanas, Michaël Trazzi y Roman V. Yampolskiy, dos expertos en inteligencia artificial vinculados, respectivamente, a las universidades de La Sorbona (Francia) y de Louisville (Estados Unidos), publicaron en la revista digital de la prestigiosa Universidad de Cornell un artículo donde reclamaban la limitación de las capacidades de los sistemas de inteligencia artificial para evitar que su evolución acabe superando al propio ser humano y haciéndose con el control. Esa "estupidez artificial", tal y como recogía la revista "Newsweek", debería incluir una limitación de la potencia de computación y, por supuesto, un freno para que las máquinas no sean capaces de mejorarse a sí mismas para hacerse más eficientes.

Una simple búsqueda de Google, cuyo algoritmo determina qué información recibimos primero y cuál acaba en la cola de una lista de enlaces, revela hasta qué punto la implantación de la inteligencia artificial ya moldea nuestras vidas. Los hay, como Trazzi y Yampolskiy, que plantean ir cerrando el grifo. Otros quieren dejar el agua correr. Y hasta donde nos llegue. Entre estos últimos están los partidarios de la "Eternidad aumentada".

Según explica la revista "Quartz", este nuevo campo de investigación digital explora cómo la mente humana puede ser "descargada, recreada y transferida" a otras formas, otros soportes. Es decir, el ser humano estaría compuesto de "información migrable": lo mismo te podrías subir a tus hijos a la "nube" que llevarte a los colegas metidos en el móvil.

De una idea parecida nació Romanbot, que es la recreación digital que Eugenia Kyda hizo en 2016 de su amigo fallecido Roman Mazurenko, muerto con 20 años en un atropello. Ella recuperó los chats que habían tenido y creó un robot de conversación (chatbot) que imita los rasgos de personalidad del fallecido, sus patrones de expresión. Gracias al aprendizaje automático, Romanbot puede seguir hablando acerca de acontecimientos actuales. Sin embargo, sólo da conversación y, en realidad, todo lo que dice se sustenta en "cómo era" el auténtico Román antes de morir. No se trata de una auténtica resurrección, pues lo único que hacen los algoritmos es predecir cómo se comportará el pasado.

Pero ¿qué pasará cuando la tecnología permita "descargar toda la información y conexiones de un cerebro humano? ¿Llegaremos a ese momento en el que podamos "eternizar la mente" convirtiéndola en un paquete informativo? Michael Graziano, profesor de Psicología y Neurociencia en la Universidad de Princeton, declara a "Quartz" que ese momento llegará. "Dada la forma en que la tecnología se está moviendo, estoy bastante seguro de que eventualmente tendremos mentes perfectamente buenas y cargadas, con toda la confusión social y la conmoción que eso conllevará. Me alegro de estar muerto antes de eso", añade.

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