El jardín artístico de Javier Victorero no pudo encontrar un lugar mejor para florecer que el patio del Palacio de Velarde, en el museo Bellas Artes de Asturias. Allí, entre sus pilares de piedra, y el sonido del agua como parte de la obra, las pinturas y cerámicas del artista asturiano encontraron su paraíso terrenal. "El espacio motivó la idea", explicó su autor ayer en la inauguración de esta muestra, que se puede contemplar, escuchar y sentir hasta el próximo 23 de diciembre.

"Cuando pinto, me siento un poco jardinero, cultivo lo que voy pintando", explica Victorero. En su discurso se agolpan las ideas en el mismo caos ordenado que plasma en sus obras. En la exposición "En el jardín", el artista ovetense hace una analogía entre el arte y jardín. En ambos mundos, tal como explica el autor, el pintor y el jardinero son capaces de ordenar el caos y unir los polos opuestos.

"El jardín es amor, es relajo, es un encuentro con uno mismo; por eso se han inventado los jardines en los parques públicos, para que la ciudad no explote", explica el autor. En su obra se aleja de discursos políticos y se centra en poner en valor los jardines como "punto de fuga" para escapar de "una sociedad agresiva". Cada cuadro, asegura, esconde un pequeño jardín.

En las veinte pinturas que conforman la muestra, englobadas en categorías como "El sueño del jardinero" o "El florecer nocturno", el autor se expresa con figuras geométricas y las llena de vida a través de en una combinación de colores vibrantes dispuestos sobre el lienzo con la intención de remover sentimientos en el espectador. Aunque la obra partió de tres dibujos en blanco y negro -también expuestos en la muestra- pronto llegó el color y lo inundó todo.

Junto a la propuesta pictórica, varias cerámicas esféricas -llevadas a cabo en colaboración con el ceramista Manuel Cimadevilla- reposan en el centro de la sala y evocan pequeños mundos. O las fuentes de un parque. Según se mire. El autor juega con las diversas interpretaciones de una misma pieza para hacer al visitante partícipe de sus obras. Tal es la participación que el espectador se puede sentar a reflexionar. Puede y debe.

El jardín de Victorero cuenta con un banco asimétrico de madera pintada, que simboliza la tranquilidad: "Es un lugar donde sentarse un rato a sanar".

A los elementos que se pueden ver y tocar se suman los que se pueden oír. En el patio se puede escuchar el sonido del agua en una composición de 23 minutos en la que no se repite ninguna secuencia sonora. "Busqué la esencia de lo que es para mi un jardín y entendí que no podía faltar el agua", argumenta su creador.

El recorrido por este jardín pictórico, abierto al público desde ayer, forma parte del décimo proyecto del museo para apoyar a los artistas contemporáneos. "Victorero es una de los pintores asturianos más relevantes de los últimos años", destacó Alfonso Palacio, el director de la institución, durante la presentación de la muestra.

Javier Victorero, además de haber recibido el elogio de importantes críticos, su obra está presente en importantes colecciones públicas y privadas. Además, ha sido seleccionado para varios certámenes españoles y ganó un premio de la Junta General del Principado.